Proposición

Desde Huelva, España, nos escribe el lector José María Gómez Acosta, preocupado por la cuestión del acento y el uso de las tildes en español, en relación con el aprendizaje de la lengua, en particular por no hispanohablantes. En consecuencia propone: “creo que la inclusión de la tilde SIEMPRE podría ayudar a aprender español”.

Así es, y más de una vez hemos pensado en las ventajas que reportaría esa solución simplificadora para los niños que se familiarizan con el aprendizaje de la lengua y para los extranjeros con una lengua materna diferente de la nuestra.

En las reglas actuales la tilde marca solo lo diferencial, lo que no es habitual, mientras que lo que es común no se tilda. Cambiarlas tendría, desde luego, el beneficio que señala el lector, pero existen factores de resistencia que tienen que ver con las normas de la escritura, cuyo cambio brusco, aunque sea uno tan comprensible como este, supondría la modificación de planes y programas de estudio, diccionarios y otras obras reguladoras.

Hay que ir pensando en cómo potenciar el perfeccionamiento del código ortográfico al tiempo que se minimizan sus consecuencias negativas. Mientras tanto, seguimos valorando  los argumentos de Gómez Acosta relacionados con las oportunidades de las llamadas industrias de la lengua: “El español tiene la posibilidad de crecer mucho más con todo lo que ello significa no solo a nivel cultural, también en el económico. Mayor despliegue significa mayor capacidad de que compren nuestros libros, historia… Productos, sí, de cualquier tipo”.

Firma de convenio marco de colaboración entre la ACuL y la UH

Fuente: UH.cu

Por:Roxana Rodríguez Rodríguez

Fotos: Yanicet Napóles Rodríguez y Roxana Rodríguez

En la tarde de hoy, 23 de septiembre de 2021, el salón Aniversario 250 de la Universidad de La Habana fue escenario de varios sucesos notables: la firma de un convenio entre la Academia Cubana de la Lengua y la Universidad de La Habana y de un acuerdo específico para el desarrollo del proyecto panhispánico del diccionario histórico de la lengua española, coordinado por la Real Academia Española con la Asociación de Academias de la Lengua Española; también se presentó un nuevo libro de la colección Letra y Espíritu de la Academia Cubana de la Lengua y de la Editorial UH de nuestra Alma Mater.

El evento estuvo presidido por el Dr.C. Rogelio Rodríguez Coronel, director de la Academia Cubana de la Lengua, y la Dra.C. Miriam Nicado García, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, miembro del Consejo de Estado y Rectora de la Universidad de La Habana. Asimismo, se agradeció la presencia del Excelentísimo Embajador de España en Cuba, el señor Ángel Martín Peccis, y de la Consejera Cultural, señora Laura López. Además, hubo una representación de académicos, profesores y miembros del Consejo Universitario de la Universidad de La Habana y otros invitados.

El 19 de mayo de 1926, doscientos trece años después que su casa matriz, se funda la Academia Cubana de la Lengua y su primer presidente fue Enrique José Varona. Desde aquel entonces la Academia Cubana de la Lengua y la Universidad de La Habana están entrelazadas, por disímiles razones, entre ellas, porque comparten objetivos comunes en relación con el estudio y el prestigio de nuestra variedad del español.

Actualmente son varios los proyectos que exigen esfuerzos concertados entre ambas instituciones, entre ellas la colección “Letras y Espíritu” de la Academia y la Editorial UH, la cual «favorece la publicación de un compendio de textos de miembros eméritos de nuestra institución, aquellos que por su relevante labor destacan de manera particular en el panorama cultural del país y han merecido el reconocimiento del pleno académico y de la comunidad intelectual toda. “Letra y Espíritu” es la divisa de la corporación y en ella se sintetiza el ánimo que preside la labor de sus integrantes» en palabras del director de la Academia y Profesor Emérito de la Universidad de La Habana.

Hoy, bajo el sello de la colección, nace Credenciales y contrapunteos de Ambrosio Fornet, que ha contado con un equipo de realización editorial conformado por el Dr.C. José Antonio Baujin como editor, el profesor Alexis Manuel Rodríguez Diezcabezas de Armada como diseñador y la diagramación de Susel Valdés Cuesta. La presentación del libro contó con las palabras de la Dr.C. Ana María González Mafud, miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua y profesora de la Universidad de La Habana: «Así como jamás pensé que tuviera el privilegio de hablar sobre una obra de Ambrosio Fornet; estoy segura de que cuando él empezó a aproximarse al libro, como objeto mismo del conocimiento y de trabajo, cuando empezó a investigar, a ejercer la crítica, a escudriñar el mundo del cine, jamás imaginó que en pleno siglo XXI vería la luz un libro suyo en edición en formato electrónico como el que hoy presentamos. O tal vez sí, porque Ambrosio Fornet ha sido y es un hacedor, un hombre que, a sus lúcidos y amables ochenta y nueve años, nos da lecciones de inteligencia, laboriosidad y ética, qué gran espíritu el de estas letras».

La relación de la Academia Cubana de la Lengua y la Universidad de La Habana no se detiene solamente en la confianza depositada por muchos de sus miembros en la Editorial UH, sino que interviene también en los procesos de formación de pre-y posgrado en la Universidad, en realización de investigaciones y de eventos científicos. El convenio que se firmó hoy, así como el acuerdo específico para la participación de la Universidad de La Habana en el proyecto del diccionario histórico de la lengua española, apuesta por un incremento de las acciones conjuntas.

El acto concluyó con las palabras de los directivos de ambas instituciones: «Muchísimas gracias a la rectora, muchísimas gracias a la Universidad de La Habana por darnos este placer de formalizar nuestras relaciones, que son entrañables como se pueden ver, pero sobre todo esa proyección de futuro» afirmaba Rogelio Rodríguez Coronel. Mientras la rectora afirmó en su discurso: «Para nosotros es un gran orgullo tener esta oportunidad (…) siempre vamos a necesitar de todo el acervo que ustedes pueden transmitirnos, como especialistas, y además como promotores de la variedad cubana de la lengua (…) y con esta Casa de Altos Estudios ustedes pueden contar siempre».

Inauguran período de trabajo 2020-2021 becarios de la Academia Cubana de la Lengua

Este 1 de septiembre se presentan al inicio de su período de trabajo  —correspondiente a la beca de formación 2020-2021— Elisa García González, Loisi Sainz Padrón y Kelly Linares Terry. La presentación se realizó de manera virtual, dadas las condiciones de cuarentena estricta, sin disponibilidad de medios de transporte público, en que se halla la ciudad de La Habana ante el rebrote de casos de la COVID 19.

En el período inmediatamente anterior las becarias se han destacado en la prueba de la interfaz lexicográfica del sistema informático para el DLE de nueva planta, en que han participado las academias de México, Uruguay, Puerto Rico y Cuba, bajo la orientación de los académicos Paz Battaner y Guillermo Rojo. Entre las tareas en curso que continuarán los nuevos becarios se encuentra, precisamente, la de contribuir a que la edición 24 del DLE esté lista para el 2026, como está previsto.

Las becarias avanzarán, asimismo, en sus respectivos trabajos de investigación, relacionados con la lexicografía, la lingüística histórica y la sociolingüística, todos de aplicación práctica para las tareas concretas de la ACuL.

 

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Despedida y recibimiento a becarias de la Academia Cubana de la Lengua. Continúan exitosamente Labores del capítulo cubano de la Red de egresados de la Escuela de Lexicografía Hispánica

Al terminar su período formativo (2020-2021), con importantes logros y resultados, a pesar de la difícil situación generada por la pandemia, se encaminan a sus labores habituales las becarias Elisa García González, Loisi Sainz Padrón y Kelly Linares Terry. Todas ellas continúan, sin embargo, vinculadas a la ACuL, por las tareas de historia de nuestra corporación, las del Nuevo diccionario histórico de la lengua española (NDHLE) y el programa radial “Al habla con la Academia”, así como por el aplazamiento de compromisos investigativos que han debido sufrir cambios en su calendario y se proponen cumplir en el período inmediato.

En el tiempo de disfrute de su beca las jóvenes han contribuido a la revisión editorial de DIDEA, ya en planas; a nuevos avances en la investigación de la historia de la ACuL y en el estudio de las necesidades y posibilidades para la formulación de una política lingüística en Cuba, así como a la constitución del grupo para la participación cubana en las labores del NDHLE y el adiestramiento para ello. También han participado, bajo la coordinación de la académica Maritza Carrillo, en la revisión de los capítulos para la nueva edición de la Gramática de la lengua española, en la cual han tenido un papel importante también antiguas becarias, miembros del capítulo cubano de la Red de egresados de la Escuela de Lexicografía Hispánica (Lydia Castro, Gretel Gutiérrez y Artinay Gosende).

Asimismo, se incorporan al trabajo en condición de nuevas becarias para el período 2021-2022 Nayara Ortega Someillán y Amalia Triana Orozco (fotos), que acometerán las ingentes tareas de la 24 edición del Diccionario de la lengua española y el Diccionario fraseológico panhispánico, además de continuar las mencionadas y otras de importancia para la ACuL y la gestión de la cultura de la lengua y la literatura.

 

El director de la RAE y presidente de la ASALE visita la Academia Cubana de Lengua

El director de la RAE y presidente de la ASALE, Santiago Muñoz Machado, visitó el sábado 15 de febrero en horas de la mañana la sede de la Academia Cubana de la Lengua (ACuL), sita en el Edificio Santo Domingo en la Habana Vieja. Para la ocasión, fue recibido por el director de la corporación cubana, Rogelio Rodríguez Coronel, y por su junta directiva. Posteriormente, se dirigió al Palacio del Segundo Cabo donde asistió a la sesión plenaria de la corporación.

En la reunión de trabajo, que estuvo presidida por el director de la ACuL, su vicedirectora, Elina Miranda Cancela y su secretaria, Nuria Gregori Torada, participaron académicos numerarios y, como invitados, los integrantes del Capítulo Cubano de la Red de Egresados de la Escuela de Lexicografía Hispánica. Leer más …

El legado de una pareja de maestros

  • A propósito del reciente fallecimiento del Académico de Mérito de la ACC, Julio Vitelio Ruiz Hernández

 

Dr. Leonel Ruiz Miyares, director del Centro de Lingüística Aplicada, CITMA, Santiago de Cuba

 

El pasado 15 de abril falleció el Dr. Julio Vitelio Ruiz Hernández, destacado lingüista, uno de los pioneros de los estudios de fonética acústica y experimental en Cuba, autor de novedosos libros de ortografía de gran difusión nacional y creador del Centro de Lingüística Aplicada (CLA) de Santiago de Cuba. Con su pérdida, se cierra la existencia física de un binomio científico que realizó grandes aportes a la lingüística y la pedagogía cubanas, pues, junto con la también lingüista Eloína Miyares Bermúdez, elaboró parte de su vasta obra.

 

Antes de 1959, como maestros rurales en el oriente de Cuba, Vitelio Ruiz y Eloína Miyares comenzaron a mostrar sus inquietudes por el correcto uso de nuestra lengua materna: concursos ortográficos y otras iniciativas fueron surcando el camino para empeños mucho más ambiciosos.

 

Con el triunfo revolucionario, ambos jóvenes interiorizaron muy bien las palabras de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro cuando expresó “La Revolución sí puede recoger del pueblo toda la inteligencia, toda la energía, y todo su espíritu de lucha y de creación, y llevarlo hacia un camino de bienestar y de progreso!”[1]. Y eso fue exactamente lo que hicieron Eloína y Vitelio; con su enorme energía de lucha y creación, entregaron su modesta inteligencia al bienestar y al progreso de nuestro pueblo en la esfera de la lingüística.

 

Con la fundación en 1971 en Santiago de Cuba del Departamento de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba (ACC), hoy Centro de Lingüística Aplicada del CITMA, ambos investigadores impulsan los estudios lingüísticos aplicados a resolver problemas concretos sobre la lengua, hallados en sus investigaciones teóricas.

 

En las décadas de los 70 y los 80 del pasado siglo, establecen laboratorios de fonética para la corrección de las dislalias culturales en todas las antiguas Escuelas Formadoras de Maestros Primarios y comienza la capacitación en Lingüística General y Fonética a locutores de radio y televisión del país. No en vano en el contexto del V Coloquio Nacional de Locución, celebrado en Santiago de Cuba en mayo del 2015, ambos fueron declarados padres de los estudios científicos de la locución en Cuba.

 

Junto con otros prestigiosos lingüistas cubanos, como Max Figueroa Esteva, Gisela Cárdenas Molina, Sergio Valdés Bernal y Gema Valdés Acosta, Eloína Miyares y Vitelio Ruiz contribuyeron al avance de esta importante ciencia humanística en el desarrollo de la sociedad cubana actual.

 

Durante la década de los 90 y hasta nuestros días, estos paladines del lenguaje hacen realidad uno de sus añejos sueños, la elaboración de los primeros diccionarios escolares en Cuba. El Diccionario escolar ilustrado y el Diccionario básico escolar, junto con la Metodología ortográfica VAL-Cuba, forman una tríada de resultados que favorecen el empeño del país en lograr un mejor vocabulario y una correcta ortografía en los estudiantes del Sistema Nacional de Educación, incluyendo los discapacitados visuales y los sordos e hipoacúsicos.

 

La divulgación e introducción de los resultados fueron otras de las características de Vitelio y Eloína. Siempre en estrecha vinculación con el CITMA y el Ministerio de Educación, ambos investigadores –junto con sus incansables colaboradores del CLA– recorrieron en varias ocasiones todo el país en las llamadas Caravanas Científicas Nacionales de Lingüística, original manera de explicar y entregar de primera mano a alumnos, maestros y metodólogos los variados resultados lingüístico-pedagógicos confeccionados en su institución. Por otro lado, los reconocidos Simposios Internacionales de Comunicación Social, con 32 años de ejecución, contribuyen sobremanera a conocer el rumbo de los estudios lingüísticos en Cuba y fuera de ella.

 

Sin proponérselo, la Revolución premió en el 2010 a Vitelio Ruiz y a Eloína Miyares con la más alta condecoración que otorga a sus trabajadores, el título honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba, por tan larga trayectoria de dedicación, creación y abnegación.

 

Hoy, tras la ausencia física de Vitelio y Eloína, nos toca –con la misma energía y creatividad– continuar su extensa y fecunda obra para así honrar a quienes serán siempre, como los llamara Nancy Morejón, orfebres de la palabra.

vitelio

 

[1] Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz resumiendo los actos del día internacional del trabajo, en la Plaza Cívica, el 1º de mayo de 1961 en Fidel, Soldado de las Ideas, http://www.fidelcastro.cu/es/discursos/discurso-pronunciado-resumiendo-los-actos-del-dia-internacional-del-trabajo-plaza-civica

Raíces de identidad

 

Tomado de Juventud Rebelde

Graziella Pogolotti
digital@juventudrebelde.cu

Para las naciones que se construyen a contrapelo de la herencia colonial y neocolonial, con el añadido de las formas contemporáneas del poder hegemónico, la reafirmación de la propia identidad constituye un factor determinante de supervivencia y crecimiento.

Sus raíces son múltiples. Algunas, frágiles y delicadas, se extienden por la superficie del suelo. Otras se hunden en lo profundo de la tierra. Son cimientos que soportan los más intensos vendavales. En la interacción de sus componentes, hechos de vida y memoria, se va edificando una narrativa que se traduce en términos de cultura, base de la unidad que opera sin desmedro de la diversidad de creencias, orígenes y territorios en los que nos asentamos.

La lengua que hablamos, por encima de las distintas cadencias típicas de cada región, en el extenso y variado universo hispánico, se define por los rasgos de la norma culta hablada en cuba. Es el idioma oficial del país, ratificado así por la constitución recién aprobada. En su defensa se impone emprender las regulaciones jurídicas para su uso en los espacios públicos y en los medios de comunicación. Se trata, en suma, de establecer las políticas lingüísticas de obligatorio cumplimiento. Es un trabajo serio que demanda la contribución efectiva de especialistas en la materia, aunque no puede seguirse postergando, puesto que la contaminación y el disparate nos rodean y nos invaden en acelerada corrosión del buen decir y de la comunicación adecuada.

Pululan en nuestras calles agresivos carteles, muchos de manufactura primitiva y otros anuncios, más ostentosos por los lumínicos, que agreden la visualidad, la ortografía y el idioma oficial.
La calle es de todos. Ha de estar presidida por el respeto mutuo, la adecuada convivencia y la defensa de la cultura. Por lo demás, poco podrá hacer nuestro sistema de educación cuando la mala ortografía y la redacción infeliz quedan grabadas de manera indeleble en la memoria a través de una imagen gráfica. La pobreza del lenguaje en los planos del léxico y la sintaxis interfiere gravemente con la eficiencia en la comunicación de mensajes que, por su importancia, tienen que captar el interés de amplias audiencias.

En la última etapa de la república neocolonial, la creciente penetración del imperialismo norteamericano se manifestó en la contaminación del idioma en el entorno mercantil. Nuestras tradicionales bodegas, administradas por gallegos acriollados, intentaron adquirir un matiz más aristocrático y empezaron a denominarse grocery.

Las farmacias, llamadas entonces boticas, se estaban convirtiendo en drugstore. La red de la cadena woolwoorth era conocida como tencent, y en plural, tencenes. Los artículos costumbristas de la prensa señalaron críticamente la invasión progresiva del fenómeno, al punto que se consideró la posibilidad de legislar al respecto. Ha llegado la hora de hacerlo.

Ciertas creencias utilitarias subestiman el estudio de la literatura. En ella, a través de los siglos de nuestra brevísima historia, se ha venido forjando la imagen de nuestra identidad. Así lo comprendieron los maestros que, desde su modesto trabajo cotidiano, construyeron focos de resistencia ante la opresión colonial. Desde el aula, nos enseñaron, ellos también, a pensar en cubano e incluyeron textos de nuestros autores en los manuales de lectura que llenan nuestras horas de estudio hasta quedar grabados para siempre en nuestra memoria, todavía virgen en esas primeras edades.

Si me preguntaran por los pilares básicos de la formación humana, me atrevería a afirmar que se encuentran en la literatura, la historia y las matemáticas. Todos ellos constituyen vías del pensar y el sentir que nos acompañarán a lo largo de toda la existencia.

La literatura amplía el dominio de la lengua, favorece la lectura de los matices de la realidad, despierta la mirada hacia la naturaleza y agudiza la comprensión de la complejidad del mundo que nos habita, revela la belleza y la resonancia melódica en el concatenarse de las palabras. la historia renueva y construye el relato del origen de lo que somos. La matemática ejercita el razonamiento lógico, inseparable de la necesaria problematización de la realidad en lo tangible e inmediato y en la formulación de las leyes del universo infinito que rodea nuestro minúsculo planeta. Esta tríada de saberes nutre la imaginación, sustento de la creación científica y de la innovación tecnológica.

Abocados a la depredación irreversible del planeta, a la manipulación sofisticada de las conciencias, el desarrollo humano en su dimensión espiritual es vía y objetivo final del socialismo.

El lenguaje es política

La vicepresidenta Carmen Calvo promete su cargo aludiendo al Consejo de Ministros y Ministras. POOL/EFE

Ridiculizar el lenguaje no sexista es una forma grotesca de defender una posición de poder

 

Isabel Muntané
16 AGO 2018 – 00:00 CEST
El País

Hablar de lenguaje no sexista levanta ampollas que nada tienen que ver con las palabras, la gramática o la lingüística y mucho con el poder y la política. El lenguaje es ideología, representa una sociedad y una cultura y, por supuesto, representa un poder. Renunciar al lenguaje sexista es renunciar a continuar ejerciendo el poder. Y ahí es donde encontramos la resistencia numantina de quien custodia el sistema patriarcal. No defiende el lenguaje. Está defendiendo una ideología y estamos hablando de política por mucho que nos quieran hacer ver otra cosa. Hablemos claro, el corporativismo masculino está defendiendo la mirada androcéntrica, patriarcal y machista que los sitúa, a ellos —porque mayoritariamente son hombres— en el centro del poder.
La lengua, y con ella el lenguaje, evoluciona de acuerdo a las necesidades de cada época. Tiene la capacidad de reflejar la realidad y también de ayudar a construirla. Por ello mismo, necesita adaptarse a los cambios y si no lo hiciera seríamos incapaces de comunicarnos. Aún estaríamos hablando de abarrir en vez de destruir; de dolioso en vez de dolorido o de hisopo en vez de húmedo, o de darve, citerior, gumía o zacatín, por poner unos ejemplos. ¿Quién nos entendería? Nadie, o quizás sólo las personas que ocupan los sillones de la Real Academia Española. Parece que hay paladines de la lengua que no quieren admitir la capacidad de renovación, evolución y adaptación que lleva implícita cualquier lengua. Peor aún, defienden la inmovilidad como un valor en positivo en vez de una debilidad manifiesta y contraria a la esencia de toda lengua.

Y en esta defensa nos encontramos periódicamente con campañas agresivas y absurdas que usan falacias y ataques furibundos para ridiculizar los argumentos de quienes defendemos el lenguaje no sexista. Nos dicen que el genérico masculino, en tanto que género no marcado, es inclusivo del femenino. Pues les decimos que no, que no lo incluye ni lo pretende. El masculino a veces es específico y a veces genérico. Requiere de un esfuerzo para entender cuando incluye a unos y otras o solo a unos, e incluso sólo a unas. Ya somos muchas las mujeres —y algunos hombres— que no nos sentimos incluidas —así, con a— en este masculino gramatical. Entendemos que este masculino es, sencillamente, un instrumento para invisibilizar, silenciar y menospreciar a las mujeres y así perpetuar un patriarcado que no nos quiere con voz, ni en el espacio público, ni en la toma de decisiones. Esta es la verdadera intención que subyace en el mal llamado masculino genérico.
Y si vamos de las falacias argumentativas a los ejemplos concretos, la situación llega al ridículo cuando se satirizan las formas dobles. Volvemos a repetirlo, no estamos a favor del uso indiscriminado de las formas dobles; ni tampoco queremos hablar de cebros y cebras; de jirafas y jirafos o de señoro y periodisto, ni estamos en contra de la economía del lenguaje, a la que defendemos con ahínco desde el periodismo. Pero sabemos que el lenguaje tiene múltiples recursos para expresar la realidad sin necesidad de señalar el sexo o de recurrir a las formas dobles, que dicho de pasada, se hacen servir con más frecuencia de lo que parece y nadie se sorprende cuando se dice “señoras y señores”. Podemos utilizar genéricos, nombres abstractos y epicenos; substituir el nombre por un pronombre; utilizar determinantes sin marca de género; elidir el sujeto; eliminar el artículo… y así hasta una infinidad de mecanismos que determinados lingüistas y académicos —con o— parecen ignorar.
Esto, señores, es lo que hacemos, y ridiculizar la propuesta feminista de lenguaje no sexista es una forma perversa y grotesca de defender una posición que, se diría, no tiene argumentos. Ustedes lo saben bien. No estamos hablando de lenguaje, hablamos de ideología y de política. Porque a través de la lengua nos construimos, nos socializamos e interpretamos el mundo. Si las mujeres no aparecemos ¿dónde estamos? Ocultas, silenciadas, en casa. Como nos quiere el patriarcado. Así que, señores, no es que confundamos la gramática con el machismo, es que el uso académico de la lengua, que no ella, es machista, y en consecuencia el lenguaje, entendido como la capacidad humana que conforma el pensamiento, perpetúa este machismo. Y, sí, el lenguaje no sexista es un arma ideológica y política capaz de reflejar otra realidad y contribuir a la destrucción del poder patriarcal. Y claro, esto duele. Lo sabemos.

Tomado Perìodico El Paìs

Isabel Muntané.

Periodista y codirectora del máster Género y Comunicación (UAB).
16 AGO 2018 – 00:00 CEST
El País

/https://elpais.com/elpais/2018/08/07/opinion/1533666589_152469.html

Closed

Por:  Graziella Pogolotti Jacobson

Aquí y allá, en establecimientos comerciales de carácter privado se extiende, como por onda expansiva, el uso de anuncios en inglés. Esa
presencia comienza a invadir el espacio público. En estas circunstancias, es imprescindible recordar que el español constituye la lengua oficial en nuestro país. Portadora de identidad, componente esencial de nuestra cultura, integra los factores constitutivos de la nación soberana. Por demás, la ley impone la exigencia de su cumplimiento obligatorio por parte del conjunto de los ciudadanos.

Cabría suponer que entre los comerciantes de reciente estreno se manifiesta la tentación de complacer, por esta vía, a los visitantes de otros países que, en flujo creciente, llegan al nuestro, aunque no todos sean hablantes nativos del inglés.

Se trata de una apreciación errónea. Las motivaciones de los viajeros son múltiples. Muchos se solazan con los atractivos de la naturaleza,
disfrutan del sol y la playa. Otros, prefieren frecuentar las ciudades, interesados por los valores patrimoniales que las singularizan y por el comportamiento de un pueblo comunicativo, callejero, acogedor y cordial, tal como lo reconocieron quienes pasaron temporadas entre nosotros desde los tiempos de la colonia. En el ámbito edificado y en las gentes que lo habitan, descubren los valores de una cultura diferente, amasada a través de una historia específica.

Por vía inconsciente, el ambiente que nos rodea influye en el uso del idioma. Era yo una joven recién graduada en busca de trabajo, cuando
se me ofreció la oportunidad de colaborar en la elaboración de un manual de ortografía. La autora del texto había realizado previamente
una encuesta entre estudiantes para detectar los errores más frecuentes. No los hubo al escribir la palabra cerveza, a pesar de la
c, la v y la z, tan comprometidas en nuestra habla latinoamericana. Por aquel entonces, la competencia entre las marcas más reconocidas se
manifestaba en un despliegue publicitario en las calles y en la televisión. La grafía se grababa de manera indeleble en la retina de todos.

Según reseña la prensa, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel, subrayó en palabras pronunciadas en el
Ministerio de Educación la necesidad de conceder la importancia que merece al desarrollo de los hábitos de lectura mediante la conducta de un maestro, portador siempre de un libro ante los escolares que deberán seguir su ejemplo.

El asunto adquiere mayor trascendencia en tiempos de dominio creciente de la comunicación audiovisual. Ha sido objeto de análisis e investigación a nivel internacional. Entre nosotros, el tema reclama atención de primer orden ante el deterioro en el empleo de la lengua
que concita preocupación en amplios sectores sociales. Por distintas vías se ha manifestado la necesidad de conceder la debida jerarquía al
aprendizaje del idioma, no solo mediante el manejo de la gramática, sino a través del entrenamiento en la comprensión de textos literarios.

El dominio del idioma asociado a la comunicación humana y a la capacidad de forjar en los educandos el ejercicio de un pensar independiente, crítico y creativo, abierto al acceso al conocimiento y a la búsqueda permanente de la innovación, resulta reclamo fundamental de esta época. Constituye un integrante inseparable, junto a la historia y las matemáticas, de la tríada de disciplinas que, más allá de lo instrumental, se distinguen por su carácter formador.

Preservar el potencial de riqueza y expresividad de la palabra y diseñar estrategias en función del presente y, sobre todo, con vistas
al futuro de las criaturas que están naciendo, cuando los mensajes telegráficos dominantes en el empleo de los teléfonos celulares suplantan el arte de la conversación, bloquean el diálogo productivo, interfieren la transmisión de saberes, castran el impulso creativo de la imaginación y limitan el acercamiento sensible entre los humanos, son demandas impostergables.

La complejidad del desafío compromete a la familia y a la escuela, pero trasciende delimitaciones institucionales compartimentadas. Desde
el amanecer, la comunicación preside, tanto como el oxígeno que respiramos, la totalidad de nuestro existir. Se manifiesta en la zona
más íntima del hogar, en el tránsito por las calles, en la prestación de servicios, en las fórmulas de una convivencia civilizada, en el tejido de las redes de la información que nos conectan con la realidad del país y con los derroteros del acontecer internacional. Comprender
la magnitud del problema es paso indispensable para afrontar la búsqueda de las soluciones.

Cultura e identidad arropan el territorio de la espiritualidad, residencia de los valores que nos definen como pueblo. Perduran y se transmiten a través de la lengua que hemos heredado. Cuidemos de ella en los mensajes que animan nuestras calles, en los medios de comunicación, en el ámbito de la escuela y del centro de trabajo. Podemos hacerlo ahora mismo. Mientras tanto, para precisar estrategias a largo plazo, convoquemos al análisis y la reflexión. Ante la complejidad de los problemas, pensar es un modo de ir haciendo.

Tomado de Juventud Rebelde

http://www.juventudrebelde.cu/index.php/opinion/2018-05-19/closed

Publicado: Sábado 19 mayo 2018 | 09:21:59 PM

Cuidar el lenguaje es cuidar el pensamiento

Aunque los tiempos no estén para andar haciendo confesiones personales, quede la siguiente como testimonio de honradez al menos. La primera noticia que el autor de este artículo tuvo sobre la supresión de la prueba de lengua española en exámenes de ingreso a los Institutos Preuniversitarios Vocacionales de Ciencias Exactas —a la universidad, llegó a decirse—, la recibió por vía oral, y él pensó: “¡Otra bola para crear confusiones y desprestigiar a la Revolución Cubana, y nada menos que en el sistema educacional, uno de sus pilares!” Pero esta vez, lamentablemente, lo que circulaba no era una nueva expresión de tantos rumores como los que ha sido necesario refutar para combatir a enemigos externos o domésticos. Era cierto lo tocante a los mencionados institutos.
Esos centros constituyen una relevante puerta de acceso a la universidad en Cuba, y lo que se decida para ellos puede tener repercusiones que los desborden. No son la única vía para hacerlo —de otras aulas salen también alumnos brillantes—, pero forman lo que está llamado a ser una cantera fundamental de profesionales para el país, especialmente en el área que el nombre genérico de dichos institutos señala: las denominadas ciencias exactas, que no son las únicas, pero tienen prioridad en ellos y particular significación para el ámbito tecnológico y otros afines.
A las confirmaciones sobre la medida mencionada se sumó una declaración emitida el 17 de abril último por la junta de gobierno de la Academia Cubana de la Lengua: http://www.acul.ohc.cu/consideraciones-acerca-de-la-eliminacion-del-examen-de-espanol/. Tampoco se habían hecho esperar diversos comentarios que iban por igual o similar camino y, desde que se dio a conocer, el pronunciamiento de la Academia ha suscitado justas aprobaciones. Ese organismo cumplió su deber, cuando no siempre todas las instituciones cumplen el suyo en plenitud y con tino, y ratificó una verdad insoslayable: cuidar el lenguaje es cuidar el pensamiento. Con ello defendió a la patria y su sistema educacional.
Según se sabe, la supresión este año del español en las pruebas para el ingreso a los mencionados institutos ni siquiera puede disculparse argumentando que fue impensada. De haberlo sido, también merecería rechazo; pero se pensó, solo que, a juicio de quien esto escribe, y de no pocas otras personas que se han manifestado sobre el tema, se pensó mal. El mismo día en que conoció el pronunciamiento de la Academia el articulista lo reprodujo en su página de Facebook, y le han llegado comentarios que merecen atención en su totalidad. Si no cita ninguno es por los apremios del espacio, pero aspira a que todos se sientan representados en lo que aquí sustenta.
El clamor de repudio contra la medida tomada ha sido y está siendo amplio, y nuestra Academia no ha hecho más, ni menos, que apoyarlo con un peso institucional que sería más que irresponsable desconocer. Deben tenerlo en cuenta los implicados en una decisión que ha merecido calificarse como torpe cuando menos, o de lesa cultura. Lo sería, cabe suponer, en cualquier momento, pero lo es aún más cuando pululan errores y horrores que son como para echarse a llorar, o a correr para tratar de erradicarlos.
Quien desee conocer esa realidad y no vivir en el limbo de las resignaciones y la ignorancia voluntaria, solo tiene que asomarse a textos que corren en internet y en otros soportes diversos, editados incluso. A veces no sería acertado hablar siquiera de mala ortografía, sino de un caos heterográfico que amenaza con babelizar el español. Se dice que no ocurre solamente en este idioma, pero de él se trata, y esa lengua no le pertenece solamente a Cuba, ni al país donde nació y por obra y gracia del colonialismo lleva su gentilicio por nombre, sino a una de las mayores comunidades lingüísticas y literarias del mundo.
La referencia explícita a textos impresos obeece al valor documental que ellos tienen para valorar el asunto, no porque se piense que la expresión oral anda por mucho mejor camino en jóvenes y no jóvenes. Aunque al decirlo quisiera uno limitarse a desastres que pudieran estimarse solamente formales, entre forma y contenido funciona una unidad orgánica. Eso es algo que no deben ignorar quienes alguna vez hayan blasonado, o blasonen hoy, de defender el materialismo dialéctico, aunque para ser consciente de tal hecho pudieran bastar el extraordinario sentido común y conocimientos elementales.
Ejemplos de dislates que apuntan a la urgencia de perfeccionar —nunca descuidar— la enseñanza y el conocimiento de la lengua abundan por todas partes en Cuba, y en grado alarmante son palmarios incluso en personas que tienen alto grado de responsabilidad profesional en esa esfera. Para no ir más lejos, basta mencionar la frecuencia con que se sufren errores de concordancia elemental en el plano de la gramática, o la alteración radical del sentido en expresiones tan comunes como favoritismo y dar al traste con, mal empleadas con el uso que les corresponde a ventaja y a propiciar, respectivamente.
Es ineludible insistir en un ejemplo de algo todavía más grave, y que va resultando una epidemia ya: el empleo de humanitario como sinónimo de humano, cuando aquel adjetivo califica a lo que es beneficioso para la humanidad, para las personas. En medios de comunicación y hasta en altos podios políticos se habla de crisis y desastres “humanitarios”. Tal error sirve para avalar la calificación de humanitarias dada por el imperialismo estadounidense y su lacaya OTAN a intervenciones que esas fuerzas genocidas llevan a cabo para masacrar pueblos y robarles sus riquezas naturales. ¿No viene de ahí la manipulación de ese calificativo? Aceptarla por error o ignorancia no resta gravedad al asunto. Quizás la refuerce.
Frente a semejante realidad, ¿qué es la pobreza idiomática apreciable cuando en la pantalla del televisor comunicadores y entrevistados aparecen usando un idioma que se diría de muñequitos y comienzan sus parlamentos con giros de este corte: “Decirles que…”? ¿Dónde quedó el antecedente que exprese la intención real del infinitivo decir? Así como tampoco nadie, y menos supuestos defensores del materialismo dialéctico e histórico deben, ignorar la unidad orgánica que opera entre pensamiento y lenguaje, ¿no se aprecia en esa pobreza expresiva una señal de pobreza de ideas?
Ante esos hechos, las instituciones y las autoridades responsabilizadas con fortalecer el buen uso del español en Cuba no deben permitirse acto alguno que menoscabe el efecto de sus funciones. Si hasta ahora las pruebas de ingreso a los institutos ya mencionados, y a la universidad, han revelado deficiencias, alarmantes incluso, en lo que respecta al español, la solución no es eliminar las mediciones que evidencien crisis, sino fortalecer los planes de enseñanza y la preparación de quienes —desde el aula hasta la cúpula de los ministerios correspondientes— deben garantizar la calidad de la enseñanza. Para eso es también necesario, lo recuerda la Academia Cubana de la Lengua, estimular la inteligencia y la voluntad de aprendizaje del estudiantado, no acomodarlas hasta que entren en letargo. Por ese camino pudieran más bien extinguirse.
Eliminar exámenes, como ahora intenta hacerse —o ya se ha decidido con una medida a la que urge dar marcha atrás—, equivale, acudamos al lenguaje popular y culto, a tirar por la ventana el sofá, o la bañera con el agua sucia y el niño dentro. En términos más técnicos, o literales, de algún modo equivaldría a retomar o seguir validando el síndrome del promocionismo, que tanto le ha costado y pudiera seguir costándole al país, con independencia de las intenciones con que ese morbo se haya propiciado: un morbo que da al traste con los irrenunciables propósitos de índole cualitativa que deben ser rectores en la instrucción y en la educación, y confiere favoritismo a la ignorancia.
Aducir que se trata de viabilizar el acceso a las aulas a futuros profesionales de determinadas áreas de la ciencia y la tecnología supone, cuando menos, un grave déficit cultural por parte de quienes propician el dislate, o lo aceptan. Si lo que se quiere fomentar no es un indeseable proyecto para fabricar emigrantes, esos profesionales deben preverse como parte, en primer lugar, de Cuba y, por consiguiente, de la comunidad lingüística hispanohablante. La sabiduría científica no parte del aire, ni se afinca en él: es una etapa superior del conocimiento, que empieza por ser elemental y cotidiano y se extiende a esferas cada vez más altas y complejas.
Si el profesional no conoce bien su idioma —y no es cuestión de dominar tecnicismos o saber dibujar cuadritos de gramática estructural, aunque unos y otros pueden ser muy beneficiosos para el buen pensamiento—, ¿cómo va a interpretar rectamente los fenómenos y explicárselos a sí mismo? ¿Le bastará dialogar solamente con la pantalla de su computadora? ¿Entendería así de manera cabal todo cuanto puede llegarle por esa vía? ¿Podrá creer que para ser científico o tecnólogo le bastan las jergas y abreviaturas que ha empleado para intercambiar ágiles mensajes por el correo electrónico o el teléfono celular? Mucho más, ¿cómo va a comunicarse con la comunidad científica? No está de más recordar la sabiduría integral que ha caracterizado a quienes han sido paradigmas en el plano del conocimiento. Y los paradigmas no están para ser elogiados y olvidados, sino para respetar lo que enseñan, y tratar de seguirlo.
¡Ah!, pero no tarda en asomar el fantasma de la lingua franca imperial que se ha entronizado en el mundo. Aparte de que los malos hábitos y la ignorancia en el uso de la lengua madre pueden trasladarse nocivamente al aprendizaje y el empleo de otros idiomas, vale detenerse en algunos elementos valorativos. A ningún nivel de la nación se debería estimular acríticamente, como acto de inercia irreflexiva, el conocimiento de otros idiomas, conocimiento en sí mismo útil, valioso, aconsejable, y no solo si se trata del inglés. Es necesario favorecer en todo caso la asunción de perspectivas culturales adecuadas, incluidas las de índole histórica y política. Ya hay en Cuba centros privados de enseñanza donde el inglés se les enseña a niños y niñas del país como si residieran en Miami o en Nueva York. Aunque solo fuera frente a eso, algo les corresponde hacer a las instituciones nacionales.
No se habrá repetido lo bastante: el privilegio de que goza hoy la lengua inglesa no se debe solo ni principalmente a las grandezas de William Shakespeare y Walt Whitman. Grandezas tendrán o tienen los demás idiomas, el sobresaliente español entre ellos, honrado por las de Miguel de Cervantes, José Martí, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Rubén Darío y otros. El paso avasallador del inglés se basa, sobre todo, en el poderío económico, político, tecnológico, mediático y bélico de un imperio que se expresa en ese idioma. No es una realidad que se deba soslayar, como si la cultura fuera algo tan abstracto y aséptico que no se requiriese estar advertido de cuanto ocurre en el planeta.
Cuando hace unos siglos el latín se usaba como lingua franca de las ciencias, ya no se rendía pleitesía a ningún imperio que se comunicara en ese idioma, y este hace un todavía mayor número de siglos que dio lugar a otros: los romances, como el español. Hoy, con el inglés, la realidad es diferente. No se trata de no usarlo, ni de darle la espalda, como algún “cosmopolita posmoderno” pudiera pretender que los presentes apuntes proponen. Pero no se piensa aquí en interlocutores tales, sino en lo mejor del pueblo de Cuba, y en quienes de cualquier modo tengan la posibilidad y el deber de actuar para que se revierta una decisión que, de solo estar vigente un año, ya sería impertinente y puede acarrear consecuencias lamentables, como sucede con cualquier error introducido en el sistema educacional. Ni pensar en lo que ocurriría si se permitiera que dure más de un curso, o devenga pauta para el ingreso a la universidad.
La indeseable medida confirma que no solo en lo más explícita o directamente económico puede asomar la oreja peluda, lobuna, del pragmatismo, forma de pensamiento —o falta de él— característica del actuar capitalista. Menospreciar o relegar el español en Cuba hace recordar tristemente el Plan Bolonia, tan combatido en Europa por pedagogos y otros profesionales de actitud revolucionaria, emancipadora, y tan propulsado por quienes pretenden eliminar todo lo que estiman ajeno a la finalidad de formar tecnócratas, ejecutivos y otros representantes del capitalismo. El ateo convencido que esto escribe pide perdón para decir: ¡Dios nos ampare!

Luis Toledo Sande

Cubarte, 30/abril/2018

La RAE acepta el imperativo ‘iros’

La RAE acepta el imperativo ‘iros’ para el verbo ‘ir’ por su uso extendido

Tomado de Internet

Madrid, 17 jul (EFE).- La Real Academia de la Lengua (RAE) ha aceptado el uso de iros como forma de imperativo de la segunda persona del plural del verbo ir, aunque asegura que la forma más recomendable en la lengua culta para este tiempo sigue siendo idos.

Así lo han confirmado fuentes de la RAE, que explican que este cambio ha sido propuesto y aprobado por el pleno de la Academia de la Lengua, modificación que explicará en su página web, dentro del departamento de «Español al día», donde atiende consultas de los hispanohablantes, además de hacerlo también a través de Twitter.

Precisamente, fue a través de esta red donde el escritor y académico Arturo Pérez-Reverte contestó ayer, en su cuenta, a una consulta sobre este tema y aseguró que la RAE acababa de aceptar la forma de iros.

Según la RAE, «dada la extensión de la variante iros incluso entre hablantes cultos, se puede considerar válido su uso».

La Real Academia recuerda que las formas de imperativo de la segunda persona del plural correspondientes al pronombre vosotros pierden la -d final cuando se añade el pronombre enclítico os, como es el caso de amad (amaos); comed (comeos) o venid (veníos).

Sin embargo, señala la RAE, tal como se indica en la Nueva gramática de la lengua española (2009), «el escaso cuerpo fónico de la forma esperable íos -empleada en español antiguo- explica que, frente a lo que ocurre en el resto de verbos, se haya mantenido la d de id, dando lugar a la forma idos, única normativamente aceptada hasta ahora en la lengua culta».

El predominio de la forma iros en la lengua oral es el resultado de un proceso denominado «rotacismo» (la conversión en una r), que, dice la Academia, ha podido verse influido por la tendencia general que se percibe en el español europeo a insertar esta consonante en la segunda persona del plural de los imperativos: marcharos por marchaos o callaros por callaos.

No obstante, la RAE advierte de que la aceptación de iros no se debe extender a las formas de imperativo de otros verbos para las que lo adecuado es prescindir de la r.

Así, es preferible decir ¡marchaos! o ¡sentaos! a ¡marcharos! o ¡sentaros!, señala la RAE que explica que el motivo de esta distinción es que muchos hablantes cultos que aceptan la forma iros rechazan, sin embargo, formas como marcharos.