VE LA LUZ EL DICCIONARIO PERDIDO DE DOMINGO DEL MONTE

Mencionado por diferentes autores en su propio siglo y en el XX, el diccionario de “provincialismos” elaborado por un grupo de intelectuales cubanos —entre los que descuella Domingo del Monte—, que se había dado por perdido hace muchos años, acaba de ver la luz en España.

Para quienes estudiamos la historia de la lengua en nuestro país es un hecho de gran relevancia, porque hasta ahora la lexicografía cubana conocida se iniciaba con la primera edición del diccionario “provincial” de Esteban Pichardo en 1836. El estudio de este repertorio lexicográfico que se le adelanta en un lustro permitirá nuevos cotejos y posiblemente la retrodatación de un grupo de unidades léxicas.

No será menos interesante conocer el recorrido, acaso digno de una pesquisa detectivesca, del hallazgo de este manuscrito.

La noticia nos ha llegado antes que el diccionario, que esperamos con gran entusiasmo, en su previsible utilidad para la docencia y la investigación.

Mientras llega ese momento, ofrecemos datos extraídos del provocador prólogo que ofrece Francisco Javier Pérez a la edición y estudio introductorio de la obra presentados por Armando Chávez Rivera.

 

Ficha técnica de la obra matriz

Título: Diccionario de provincialismos de la Isla de Cuba

Soporte: papel, manuscrito.

Autores: Francisco Ruiz, José del Castillo, José Estévez y Cantal, Domingo del Monte y Joaquín Santos Suárez.

Fecha: 1831

Patrocinadora: Real Sociedad Patriótica de La Habana (luego Sociedad Económica de Amigos del País)

Alcance: diccionario “provincial”, contrastivo; con 677 lemas.

Citerio de selección de los lemas y sublemas: voces no generales del español, de uso en Cuba (a veces ampliado a Antillas o América), con indicaciones de vigencia, origen (indigenismos, anglicismos, galicismos…), geolectales, diatécnicas, de nivel de lengua… Se incluyen fraseologismos y lemas que reflejan las costumbres y tradiciones cubanas.

 

Ficha técnica de la obra publicada

Título: Diccionario de provincialismos de la isla de Cuba (1831). Génesis, rescate y reivindicación

Edición y estudio introductorio: Armando Chávez Rivera

Prólogo: Francisco Javier Pérez, secretario de la Asociación de Academias de la Lengua Española

Fecha: enero de 2021

Lugar: Valencia

Editorial: Aduana Vieja

Más noticias sobre investigaciones lingüísticas cubanas: todos los días conmemoramos el 23 de abril

Continúan llegando a la ACuL noticias de trabajos en desarrollo y publicaciones, que se constituyen en invitaciones para los interesados en incorporarse a estos esfuerzos colectivos de investigación lingüística. La Academia Cubana se complace en servir de mediadora para el incremento de esas redes.

  1. Usted se me molesta con esta pregunta. Si el niño tiene algún problema, yo te le doy una miradita. Pues ella se nos jubiló y prácticamente se nos fue en tres semanas. En todos estos ejemplos aparece un clítico pronominal intensificador, que se estudia en la lengua gallega bajo el rótulo de dativo de solidaridad y que parece ser característico de ciertos usos e intenciones en el español en Cuba. Investigadores de la Universidad de Holguín acaban de presentar un trabajo al respecto en la XV Conferencia Internacional sobre Lenguas Extranjeras, Comunicación y Cultura, WEFLA 2021, a partir del análisis de muestras obtenidas en programas televisivos. En esta Universidad se realiza, además, un doctorado sobre los usos del se en una muestra local y otras investigaciones de aplicación didáctica.
  2. En las noticias anteriores hemos estado comentando de varias líneas de trabajo de la UCLV, como los estudios fraseológicos. Vale añadir ahora el proyecto acerca de la identidad cultural cubana y latinoamericana y los estudios humanísticos en la región central de Cuba; el de la influencia africana en el español de Cuba, con tan cumplidos resultados, y en particular el de estudios prosódicos del español de Cuba, en el que colaboran especialistas de otras Facultades y Universidades con la dirección de Raquel García Riverón. También ha llamado la atención en congresos el estudio de factores sociolingüísticos que influyen en la elección del nombre de pila de los jóvenes en Cuba, realizado desde una perspectiva jurídica y de política lingüística.
  3. Continúa abierta la convocatoria de la UO para la presentación de trabajos con vistas al libro homenaje al profesor Josef Dubsky, en ocasión del 50 aniversario de su Introducción a la estilística de la lengua.

 

UNA AVENTURA QUIJOTESCA EN LA HABANA

Roberto Méndez Martínez

Decía Voltaire que eran libros clásicos aquellos que todo el mundo elogiaba y nadie leía, y ponía como ejemplos a la Divina comedia y al Quijote. No estoy muy seguro de qué sucede hoy entre los lectores italianos y Dante, pero en el todavía reciente 2005, año del cuarto centenario del Ingenioso hidalgo, el libro superó en records de ventas a las más prometedoras creaciones de Gabriel García Márquez y Arturo Pérez Reverte e inclusive al Código Da Vinci de Dan Brown. Aquella parodia de los relatos de caballería que acabó convirtiéndose en la novela moderna por excelencia no se conforma con la tranquila condición de clásico literario y desborda los eventos académicos para seguir siendo un suceso popular.

Según afirma Irving Leonard en Los libros del conquistador, apenas acababa de salir de las prensas de Juan de la Cuesta la novela cervantina, se hacían grandes embarques de ella hacia América. En 1605, barcos que tenían por destino a Veracruz o Cartagena, llevaban en sus bodegas importantes cantidades del libro. Lástima que una de esas naves, “La Trinidad”, se hundiera en las cercanías de La Habana y los hombres de la tripulación que se salvaron no pudieran pensar en aquellos volúmenes que la Corriente del Golfo arrastraba sin destino cierto. Alonso Quijano desembarcaba en las Indias para quedarse.

Pertenece al mundo de las conjeturas si el mítico círculo literario formado por Silvestre de Balboa y sus amigos leyó este libro, pero los más visibles fundadores de nuestra literatura, lo disfrutaron y se abrieron a la influencia de sus delirios utópicos: pasó, no sin dejar huellas, por las manos de Domingo del Monte, José María Heredia, Antonio Bachiller y Morales, Gertrudis Gómez de Avellaneda. Pensadores de nuestro siglo XIX como Manuel Sanguily, Rafael Montoro y José de Armas y Cárdenas le dedicaron páginas o pasajes oratorios memorables. Martí, que se apoderó del libro desde los días del colegio de Mendive, años después, cuando comentaba, en enero de 1888, en El Economista Americano de New York la edición de un folleto con seis conferencias de Enrique José Varona, aprovechó para señalar la preferencia del sabio principeño por Cervantes y deslizar, en hermosa digresión, su propio juicio: “Cervantes es, en el estudio intachable del escritor de Cuba, aquel temprano amigo del hombre que vivió en tiempos aciagos para la libertad y el decoro, y con la dulce tristeza del genio prefirió la vida entre los humildes al adelanto cortesano, y es a la vez deleite de las letras y uno de los caracteres más bellos de la historia.”

No es extraño, pues, que fuera esta novela la escogida para inaugurar la Imprenta Nacional en 1960, en una edición popular en cuatro tomos, que incluía los célebres grabados de Doré y un dibujo de Picasso, multiplicada en una cantidad tan pasmosa de ejemplares que era posible comprarla no sólo en La Moderna Poesía o en las más importantes librerías de provincias, sino hasta en las bodegas de barrio. Tampoco puede resultar raro que uno de los más populares monumentos de La Habana sea “El Quijote de la Rampa”, que sigue cargando contra gigantes reales e imaginarios en la concurrida esquina de 23 y J.

Conviene, sin embargo, traer a cuento para esta ocasión, una aventura quijotesca, ocurrida entre nosotros a inicios del siglo XX, en la que se entrecruzan la literatura y la política de manera peculiar. En 1903, discutíase en el flamante Senado de la nación el ominoso proyecto de un Tratado de Reciprocidad Comercial con los Estados Unidos. Un eminente jurista: Antonio Sánchez de Bustamante y Sirvén, había sido ganado para la causa de los intereses norteños y defendía, con toda su sagacidad legal y su elegante oratoria forense, aquel documento.

Muchos de los senadores, venales o ingenuos, estaban casi persuadidos de la conveniencia de tal sujeción, pero vino a enfrentársele el tribuno y ensayista Manuel Sanguily quien, el día de la clausura del debate, el 28 de marzo, ripostó, con el verbo frondoso al que estaba acostumbrado y concluyó con un párrafo en el que se valía de aquel pasaje en que el Bachiller Sansón Carrasco, bajo el disfraz del Caballero de la Blanca Luna, derrota al Hidalgo en desigual torneo. Dijo, o mejor, declamó, Sanguily, para rematar sus palabras, dirigiéndose al auditorio, antes de procederse a la votación:

No poseo la fuerza suficiente a decidiros desde luego. Tal vez en breve otra palabra os señalará rumbo distinto y haréis lo que ella dicte. No sentiré amargura ninguna. Lamentaré, sí, por mi patria, por mí, verme en el suelo bajo su lanza de oro; pero entonces, parodiando al más generosos hidalgo que haya concebido maravillosa fantasía, yo le diría con sincero convencimiento: Me alegro de tu triunfo, como amigo; lo siento, como cubano. Por esto sólo, duéleme en lo íntimo del ánima; que tus armas mejores son que las mías; aunque no tu causa. Sí, Caballero de la Blanca Luna, podré reconocerme derribado; pero jamás me harás confesar que no es la más hermosa dama que vieron ojos humanos, la que yo venero y bendigo desde el fondo del corazón atribulado!

El 1 de abril siguiente, en la edición matutina del periódico El Mundo, apareció un soneto, publicado bajo el seudónimo de Grisóstomo:

           LA MÁS FERMOSA

Que siga el Caballero su camino

agravios desfaciendo con su lanza;

todo noble tesón al cabo alcanza

fijar las justas leyes del destino.

Cálate el roto yelmo de Mambrino,

y en tu rocín glorioso altivo avanza;

desoye al refranero Sancho Panza

y en tu brazo confía y en tu sino.

No temas la esquivez de la Fortuna:

si el Caballero de la Blanca Luna

medir sus armas con las tuyas osa,

y te derriba por contraria suerte,

de Dulcinea, en ansias de tu muerte

di que siempre será la más fermosa!

El autor del poema era Enrique Hernández Miyares. Nacido el 20 de octubre de 1859, poeta y periodista, durante varios años amigo, y compañero de redacción en La Habana Elegante, de Julián del Casal. Emigrado a Estados Unidos en 1895, fue uno de los redactores de Patria en New York, y poco antes de los hechos que comentamos, en el mismo 1903, había regresado a la Isla.

La derrota del quijotesco Sanguily en el Senado fue tan amarga como ciertos episodios cervantinos. El Tratado fue aprobado por dieciséis votos contra cinco. Los opositores, además de Don Manuel, eran Adolfo Cabello, Eudaldo Tamayo y los camagüeyanos Tomás Recio y Salvador Cisneros Betancourt. El soneto tampoco quedaría sin castigo.

Poco después de aparecer el poema, según Max Henríquez Ureña, un tal José Iñigo Romero, dijo a un grupo de periodistas en la redacción del Diario de la Marina, que el soneto era en realidad copia de uno que formaba parte del volumen Ciento un sonetos, del poeta y académico sevillano Francisco Rodríguez Marín. En la siguiente edición dominical del diario, el periodista español Enrique Corzo y Príncipe (1871-1932), quien firmaba sus colaboraciones con el seudónimo Ruy Díaz, sin más fundamentos, acusó a Hernández de plagiario. Para apoyar a su amigo, Romero publicó después, un supuesto soneto de Rodríguez Marín, fechado en 1895 y titulado “Al eterno Quijote” y a su lado “La más fermosa” para que se viera que sólo diferían en el título y en un par de variantes en el primer cuarteto.

Hernández Miyares casi enloqueció. Como escribió, años después, el propio Henríquez Ureña:

Era para volverse loco, contaba, pues ahí estaban todavía, entre mis papeles, los borradores de La más fermosa, con tachaduras y enmiendas, en papel con membrete del Senado; pero al cabo llegué a la deducción lógica de que toda esa imputación se basaba en una maraña de falsedades, sostenidas con canallezca desfachatez.

Levantóse la polvareda propia de esos casos y se produjo una polémica enconada en la que el autor de “La más fermosa” fue defendido o vilipendiado, pero siempre con la falta de serenidad que impide esclarecer esas conjuras. Algunos se decidieron, por fin, a escribir directamente a Rodríguez Marín, poeta de acento clásico y experto cervantino, para dejar claras las cosas. Algunos de los amigos de Hernández, que lo defendían, pero no estaban totalmente convencidos de su inocencia, decidieron enviar el segundo cuarteto por telégrafo al escritor sevillano, para que dictaminara y el 7 de mayo siguiente, el Diario de la Marina publicó, sin más aclaraciones, el telegrama: “El soneto cuyo segundo cuarteto han telegrafiado no es de Rodríguez Marín. Esto escribió-Reinoso” .

Como afirma en su libro Arpas y clarines, el periodista camagüeyano Oscar Silva Muñoz del Canto, el diario jamás dio a la luz una carta que tenía en su poder del poeta español, que era la verdadera condenación de Ruy Díaz y sus partidarios. Aunque es verdad que el molesto personaje fue alejado enseguida de la redacción del “decano de la prensa cubana” y acabó sus días en Pinar del Río, como fiscal de la Audiencia y al servicio de la dictadura machadista.

Por su parte, José Iñigo Romero, quien, había llegado a Cuba como supuesto represente de unos abogados sevillanos, fue a refugiarse, lo más lejos posible que pudo, en Guantánamo. Allí lo encontró Max Henríquez Ureña en 1905, cuando fue a dictar una conferencia sobre Martí y supo, por sus amigos, que el maledicente incorregible, aseguraba en todas partes que no estaba de acuerdo con la disertación pues “Martí no era un buen poeta” y que el molesto visitante padecía además de una especie de “plagiomanía” y continuamente, en los cafés, emitía acusaciones infundadas contra el escritor que se le antojara. Felizmente, un tiempo después, abandonó definitivamente la Isla.

Hernández Miyares falleció en 1914, cuando todavía quedaban detractores aseguraban que era un plagiario, aunque se le había llegado a ofrecer un banquete como desagravio público. El soneto fue incluido en el tomo de sus poesías que como parte de sus Obras completas publicó José Manuel Carbonell en La Habana en 1915. Este mismo investigador, dio a la luz en 1917 el libro La más fermosa (Historia de un soneto) donde se ponían en su lugar las cosas.

Décadas después, en 1941, cuando Francisco Rodríguez Marín contaba ya ochenta y seis años de edad y gozaba de merecida celebridad como autor de varias ediciones críticas de la narrativa cervantina, publicó una recopilación de sus sonetos, titulada Sonetos sonetiles, en el que se incluye un apéndice con la historia de algunos de ellos. Allí reconoció definitivamente la paternidad de Hernández sobre el poema en disputa y mostró su sorpresa por el silencio del Diario de la Marina que había secuestrado su carta aclaratoria. Lástima que el poeta cubano no estaba ya entre los vivos para escucharle.

Homenaje a la profesora Leticia Rodríguez

Homenaje

Bastaría visitar la bibliografía de Leticia Rodríguez Pérez para entender el legado de esta profesora que recién concluye su viaje por la vida, a qué la dedicó y en quiénes pensaba cuando escribía sus varios libros.

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Metodología de la enseñanza del español (Lengua Española) (1984)

La enseñanza de la lengua materna. Retos y perspectivas (2003)

Ortografía para todos (2003)

Lo que los libros traen (2009)

Actividades para leer, pensar y disfrutar (2011)

Leer en el siglo XXI (2012)

Nueva ortografía para todos (2012)

Lecturas y lectores (2014),

Las cosas que se quedan (2015)

No pretendemos aquí hacer su biografía. Baste decir que en sus fructíferos años de magisterio y asesoría en el Ministerio de Educación se la ve ocupada en la formación de los docentes, y en fomentar la capacidad del Ministerio para llegar, con una homogenidad en lo básico de la enseñanza lingüística, a todos los rincones del país.

Se contó entre los defensores de la gramática no solo para ayudar al desarrollo de la competencia comunicativa, sino también a la enseñanza de la(s) norma(s) y la comprensión del sistema lingüístico y sus mecanismos. Consideraba conveniente partir del criterio semántico para introducir cada una de las nociones gramaticales y la necesidad de fomentar el análisis y la reflexión del alumno, su capacidad para llegar a conclusiones útiles en cuanto a la estructura de su idioma, frente a los peligros del formalismo. Propugnaba, pues, la superación de la falsa contraposición entre conocimiento y uso.

Con más experiencia acumulada se lanzó luego a acciones generales que contribuyeran a la educación del pueblo en materia de lengua, en lo que ella tiene de expresión, disfrute y creatividad. De esos afanes surgieron sus clases o textos de ortografía, las actualizaciones de las obras académicas que puso al alcance de todos, sus guías para la lectura, en que gustaba de adaptarse a las nuevas necesidades y recursos.

Lectora voraz e inteligente ella misma, daba siempre con la cita adecuada para un tema o examen, la anécdota simpática de un autor, la frase lapidaria, pero ni el alto quilate de sus conocimientos, ni títulos, ni diplomas ni reconocimientos le hicieron olvidar quiénes eran los destinatarios de toda su obra. Mencionaba a menudo a Yateras, que tomaba como ejemplo de adónde quería que llegaran los conocimientos y contaba que había alguien que veía sus clases por TV y decía que le gustaban las clases de “Dora Leticia”. Aquella televidente humilde interpretaba la abreviatura de su categoría científica como un primer nombre en el que alguien se había comido una “o” y cuando contaba la anécdota Leticia no dejaba de añadir, como el poeta, “para esos trabajo yo”.

Afanes ecuménicos como esos le ganaron, por supuesto, el concurso de otros entusiastas que han sido cómplices y amigos: Corina Hernández, Bertha Rudnikas, Raquel González Esther María Fors, José Alberto López, Noemí Gayoso, Georgina Arias, Emilia Gallego, Ana María Abello, Osvaldo Balmaseda, Juan Ramón Montaño, Ela Antúnez, Ofelia Gassó, Justo Chávez…, con ellos compartió, tareas, sueños, misiones en Venezuela o Angola, cursos y doctorados en Cuba y el extranjer. El estudio de diagnóstico de la educación cubana desde 1974, las distintas etapas del perfeccionamiento del MINED, la organización del sistema de enseñanza de la lengua en Cuba y sus libros de textos de lectura, de Español y de Literatura tienen la impronta de Leticia y sus colaboradores.

La utilidad de una vida se mide por lo que deja encaminado, a medio hacer, cuando se apaga. Los alumnos que estudian el aporte de las mujeres en la lingüística cubana la juzgaron idónea para hablarles de la inclusión de la Lingüística como disciplina en los planes de enseñanza y la labor de las mujeres en el proceso de hacer llegar a los jóvenes los conocimientos sobre la lengua. Habrá que buscar con sus colegas los datos de la entrevista que quedó sin hacer. Igualmente todos tendremos que reflexionar en las proposiciones dibujadas en los títulos de sus libros recientes. Los lingüistas, los académicos tendremos que poner el hombro para saldar esas deudas.

 

Academia Norteamericana

Estimadísimos colegas de la Academia Cubana:

 

En la Academia Norteamericana compartimos vuestro pesar por el fallecimiento del doctor Eusebio Leal Spengler.

 

Por la presente les hacemos llegar nuestra solidaridad, como también la adhesión de nuestro director Carlos Paldao, la Directiva de la ANLE y la mía.

 

Con el sentimiento compartido,

 

Jorge Ignacio Covarrubias, secretario general de la ANLE

Academia Puertorriqueña de la Lengua Española

Junta de Gobierno

Academia Cubana de la Lengua

 

Estimados colegas:

 

La Academia Puertorriqueña de la Lengua Española lamenta el deceso de D. Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, figura admirada y respetada en nuestro país. Su memoria quedará vinculada a la memoria viva de La Habana como la de D. Ricardo Alegría, su amigo puertorriqueño, alienta en cada piedra del Viejo San Juan.

 

José Luis Vega

Director

Academia Puertorriqueña de la Lengua Española

Academia Peruana de la Lengua

Señores miembros de la Junta de Gobierno

de la Academia Cubana de la Lengua

 

En nombre de la Academia Peruana de la Lengua, expreso a ustedes nuestro pesar por el fallecimiento de Eusebio Leal, notable intelectual cubano, apreciado y querido en toda América por sus trabajos de historia, por su capacidad organizativa y por su don de gentes. Su entrega a las causas colectivas es un permanente ejemplo para todos los que lo conocieron. Es un trabajador de la cultura inolvidable.

 

Marco Martos Carrera

Academia Peruana de la Lengua

Presidente

Academia Guatemalteca de la Lengua

Estimadas autoridades de la Academia Cubana de la Lengua:

 

Con un deferente saludo, por este medio remito las condolencias de la Academia Guatemalteca de la Lengua -AGL-, ante el fallecimiento del doctor Eusebio Leal Spengler, reconocido historiador de la Ciudad de la Habana, noticia que comunicaremos a nuestros académicos numerarios.

 

Fraternalmente,

 

Gustavo García Fong

Secretario

Academia Guatemalteca de la Lengua