Sergio Valdés Bernal y Vera Pravdová: Las religiones. Dioses, deidades y denominaciones, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2019, 2 tomos.

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INTRODUCCIÓN

 

“La vida interna de un pueblo se revela en su lenguaje, que es un modo de ser: su inteligencia, su pensamiento, su elemento esencial de existencia, su patria, su todo.”

Félix Ramos y Duarte

La nación cubana es el resultado de un largo proceso de transculturación y mestizaje biológico y cultural surgido a partir de la concomitancia de inmigrantes, portadores de diversos patrones lingüístico-culturales que, en un inicio, se mezclaron con la población nativa. De ahí que el mundo religioso del cubano, como de cualquier otro pueblo, sea complejo y diverso, enriquecido por tendencias religiosas cuyas raíces se encuentran tanto dentro como fuera del país.

Las diversas comunidades aborígenes de Cuba precolombina, con una antigüedad que rebasa los 7 000 años, tenían sus propias manifestaciones mágico-religiosas, así como algunos mitos y leyendas que se han preservado hasta el presente, como el del jigüe o güije y el de la siguapa, por ejemplo. Por tanto, tenían sus propias deidades, objetos y lugares de culto., como se deduce de las anotaciones hechas por los cronistas españoles y por los hallazgos arqueológicos. El mundo mágico-religioso del aborigen cubano ha llegado a nuestra lengua nacional mediante las voces areíto, cemí y behique, también recogidas en la presente obra. Además, tras un complejo proceso de transculturación, el tabaco y la ceiba –con sus respectivos matices religiosos precolombinos-, llegaron a formar parte inseparable de las religiones cubanas de ascendencia subsahariana. De la misma forma, las hachas petaloides confeccionadas por los indocubanos de mayor desarrollo sociocultural pasaron a la religiosidad popular y a los cultos de ascendencia africana como “piedras de rayo” y con nuevos poderes mágicos.

La colonización española borró casi todo el pasado indocubano e impuso su lengua y cultura, así como la religión oficial del reino hispánico: el catolicismo. Pero esta religión tampoco escapó al influjo de los diversos componentes étnicos que gestaron la cultura cubana. Incluimos en ello, por supuesto, el componente ibérico con las diferentes manifestaciones religiosas de la Península, cuyos inmigrantes canarios, andaluces, catalanes y gallegos, entre otros, aportaron a la conformación de nuestra cultura nacional sus propias costumbres, leyendas, mitos e interpretaciones de la religión oficial de la colonia.

La introducción de esclavos africanos desde hasta casi finalizado el siglo XIX, aportó un nuevo matiz a la religiosidad popular del cubano y al surgimiento de nuevas religiones. A se sumó el arribo a nuestras playas a finales del siglo XVIII del vodú procedente de la vecina colonia francesa de Saint-Domingue y posterior República de Haití. En todas esas manifestaciones religiosas de ascendencia subsahariana se percibe hoy el influjo del catolicismo, así como del espiritismo que, a mediados del siglo XIX, procedente de los Estados Unidos y Europa, comenzó a infiltrarse en nuestra sociedad.

El protestantismo, debido a las restricciones impuestas por las disposiciones coloniales que protegían a la Iglesia católica, solamente pudo abrirse paso en nuestra sociedad a finales del siglo XIX. Una vez constituida la República de Cuba, en 1902, el protestantismo se difundió mucho más desde los Estados Unidos. A esto se sumó el arribo de inmigrantes protestantes procedentes de las diversas islas antillanas colonizadas por los ingleses. Entre estos inmigrantes antillanos, asimismo, llegaron a nuestro país unos cuantos indios orientales, quienes trajeron consigo sus religiones. Por otra parte, la introducción de chinos a partir de 1847 aportó el budismo, a los que se sumarían algunos japoneses y coreanos que arribaron a Cuba con posterioridad. Y si bien la mayoría de los inmigrantes árabes que empezaron a arribar a nuestro suelo desde las postrimerías del siglo XIX eran cristianos maronitas, algunos también eran musulmanes. No menos interesante es el hecho de que escasos criptojudíos se asentaron en nuestro país desde épocas tempranas de la colonización, aunque la presencia del judaísmo confeso tuvo su expansión a partir de principios del siglo XX debido a la inmigración de judíos estadounidenses y europeos.

Además, la masonería, que en sentido estricto no es una institución específicamente religiosa, al igual que las sociedades abakuás, aunque ambas poseen manifestaciones de cierta religiosidad, fueron echando raíces en Cuba desde mediados del siglo XIX.

Nuestro país no escapó ni escapa en la actualidad al influjo de otros movimientos religiosos. Precisamente, en los últimos decenios se aprecia una mayo profusión de la religiosidad y, en general, de nuevas manifestaciones religiosas que antes no se profesaban, como, por ejemplo, el bahaísmo y el rastafarismo, siendo acaso esta última la más reciente en nuestro contexto religioso.

Este libro es un intento por concentrar en una sola obra la mayor cantidad de información sobre la religiosidad contemporánea. Nuestra intención es ofrecer un instrumento de consulta que permita ampliar el conocimiento de las religiones y creencias que constituyen parte del universo religioso-cultural contemporáneo. Para ello, no hemos basado en una abundante y diversa bibliografía, a la cual el lector puede recurrir en caso de que desee profundizar en un determinado tema.

En esta obra compilamos las diversas tendencias religiosas universales que han convergido o están convergiendo en nuestro país, así como aquellas que han dado origen a nuevas manifestaciones. Como es lógico, esto incluye numerosos nombres de dioses, deidades, vírgenes y personalidades relacionadas con el mundo de los creyentes y no creyentes, pues la religión es un componente muy importante de toda comunidad humana y trasciende más allá del entorno de sus practicantes. Nuestra compilación también hace referencia al estrecho vínculo que existe entre el pensamiento religioso y el filosófico, por lo que tomamos en consideración las denominaciones y filosóficas que han regido o rigen determinadas manifestaciones de índole religiosa.

En fin, estimado lector, si esta obra le permita adquirir o precisar algunos conocimientos en torno al exuberante mundo mágico-religioso o despierta en Ud. el interés por conocer mejor este aspecto de la cultura universal y cubana, nos sentiremos sumamente satisfechos, pues, como señalara Fernando Ortiz:

La cultura no es un lujo, es una necesidad;

no una contemplación, sino una energía.

 

Los autores.