Espíritu y letras en español

La ceremonia, acaecida en el Aula Mag­na del Colegio de San Gerónimo, formó par­te de la Sesión solemne y pública del Pleno de la ACUL, concebida para rendir merecido ho­menaje a la institución que fundara En­rique José Varona, junto a otros descollantes intelectuales, hace ya 90 años

 De izquierda a derecha los doctores Darío Villanueva, director de la RAE, Rogelio Rodríguez Coronel, director de la ACUL; Francisco Javier Pérez, Secretario General de la Asale, y Margarita Vásquez, directora de la Academia Panameña de la Lengua. Foto: Yander Zamora
De izquierda a derecha los doctores Darío Villanueva, director de la RAE, Rogelio Rodríguez Coronel, director de la ACUL; Francisco Javier Pérez, Secretario General de la Asale, y Margarita Vásquez, directora de la Academia Panameña de la Lengua. Foto: Yander Zamora
Tomado de Granma

Los doctores Darío Villanueva (Espa­ña), director de la Real Academia Española (RAE) y presidente de la Asociación de Aca­de­mias de la Lengua Española, Asale, y Fran­­­­cisco Javier Pérez (Venezuela), se­cre­tario general de la Asale, y el escritor y periodista panameño Guillermo Sánchez Borbón (conocido por el seudónimo Tris­tán Solarte) recibieron ayer sendos diplomas que los acreditan como Miem­bros Corres­pon­dien­tes de la Academia Cubana de la Lengua (ACUL).

La ceremonia, acaecida en el Aula Mag­na del Colegio de San Gerónimo, formó par­te de la Sesión solemne y pública del Pleno de la ACUL, concebida para rendir merecido ho­menaje a la institución que fundara En­rique José Varona, junto a otros descollantes intelectuales,   hace ya 90 años.

En presencia Abel Prieto, mi­nistro de Cultura, la doctora Margarita Vásquez, directora de la Aca­demia Pana­meña de la Lengua.

En presencia de Ena Elsa Velázquez, mi­nistra de Educación y Abel Prieto, mi­nistro de Cultura; Francisco Montalbán Carrasco, em­bajador de España,  y la doctora Margarita Vásquez, directora de la Aca­demia Pana­meña de la Lengua,  entre otros distinguidos visitantes, el doctor Ro­gelio Rodríguez Co­ronel, director de la ACUL, evocó a los académicos que más recientemente han dejado su fructuosa huella en el trabajo desplegado,  y también a los fundadores de la Academia, creada en 1926, para difundir, cultivar y perfeccionar la lengua española.

En su discurso explicó que la ACUL, ru­bricada con el lema  Letra y espíritu, se creó para preservar una identidad, como también por ese motivo lo hiciera en la misma fecha la Academia Panameña, ho­me­na­jeada en el acto.  Recordó entre los manifiestos recientes de la ACUL, que el acontecer histórico, social y político de la Isla ha tenido siempre su expresión en la variedad cubana de la lengua española, así como en los estudios que sobre ella se han realizado, y que la institución ha estado vinculada al proyecto de nación desde su surgimiento,  como valladar ante el intento de im­­­posición del inglés, en su momento,  y que hoy es  testimonio del desarrollo educacional y cultural.  Por otra parte reconoció el papel esencial de la lengua en la formación de valores, en la cultura, la conformación de sentimientos de pertenencia y en las actitudes sociales, por lo que tiene hoy una gran responsabilidad en el procesamiento de la información, la organización del conocimiento y la creación de las ideas.

Otros momentos cruciales apuntaron a la entrega de un reconocimiento en­ga­la­nado con el arte de Roberto Fabelo a  Vásquez quien a su vez distinguió, en nombre de la Aca­demia que dirige, al poeta Roberto Fer­nández Retamar como Miembro Co­rres­pon­diente de esa institución hermana, entre otras razones, por su poesía de primera línea y la visión descolonizadora de su obra.

Cerró con una magnífica interpretación coral la Schola Cantorum Co­ralina
Cerró con una magnífica interpretación de la coral Schola Cantorum Co­ralina

La velada donde en palabras de sus oradores se remarcó que la hegemonía lingüística ha acabado; que nadie es dueño de la lengua sino el propio pueblo que la habla y que «lo más valioso en el idioma es el destino afortunado de su uso», al decir de José Le­zama Lima, cerró con una magnífica interpretación de la coral Schola Cantorum Co­ralina, en un repertorio que cerró con el tema de Pedro Luis Ferrer Como me gusta hablal e’pañol.

ELPIDIO VALDÉS se llama ELPIDIO

Por Ana María González Mafud

No cabe la menor duda de que Elpidio Valdés, el personaje y el audiovisual, han dejado una huella indeleble en nuestra cultura por su autenticidad y raigal cubanía. Su existencia ha sido decisiva en el acercamiento de niños y jóvenes a la historia, a sus procesos y a los hombres y mujeres que la han hecho posible. Temas complejos han sido abordados con inteligencia y sensatez, con elegancia y originalidad, de modo que han podido ser comprendidos en todos sus matices. Comoquiera que en esta oportunidad –y en muchas otras- lo que abunda no daña, valga una vez más la felicitación a Juan Padrón por demostrar qué es la educación y cuánto puede hacerse desde el arte por trasmitir los valores y los sentimientos de identidad, respeto, honradez y solidaridad.

En esta ocasión, sin embargo, quiero referirme a un tema que, aunque relacionado con el personaje de Elpidio Valdés, tiene que ver con otro importante asunto: la ortografía y la lectura. Y me explico inmediatamente.

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Fidel rescató la dignidad

Autor: Miguel Barnet

El idioma es un instrumento esencial de conocimiento. Sus diversos registros arrojan luz sobre la formación de las culturas. Fijan un modo peculiar, un estilo y la entonación que define la lengua de los pueblos. En Cuba he­mos tenido grandes comunicadores a lo largo de nuestra historia. Maestros de la oratoria y dueños de la palabra. José Martí convencía con el fuego de su verbo cargado de imágenes poéticas y verdades absolutas. En su época nadie seguramente lo superó.¿Por qué hechizaba a todos? Porque en sus discursos había, junto al torrente metafórico, un pensamiento claro y la certeza de que la historia no la hacen solo los héroes, sino los pueblos.

Y completó la idea de Patria con su visión integral como símbolo de la Nación y de su designio histórico. Su palabra llegó a convertirse en acción. No por capricho Fidel Castro afirmó en La Historia me absolverá que Martí fue el autor intelectual del Moncada. Pre­co­nizó el destino de Cuba y vio como nadie la semilla del imperialismo regarse en las tierras de Nuestra América.
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Los intelectuales en la República neocolonial

Por: Graziella Pogolotti Jacobson

A la memoria de mi padre

La carencia de una investigación debidamente contextualizada ha tenido un velo de silencio sobre el papel de los intelectuales durante la República neocolonial. Habría que comenzar por definir el término. Desde mi punto de vista, incluye a artistas, escritores, científicos y maestros. Algunos se dejaron vencer por la desilusión y el acomodamiento. Quienes sufrieron en carne propia la castración independentista, optaron por caminos diversos, padecieron el desengaño, se refugiaron en sus provincias para hacer obra a pesar de todo o dejaron testimonios de las luchas mambisas.

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