Murió el académico Eugenio Chang-Rodríguez

Eugenio Chang-Rodríguez, Profesor Emérito del Queens College y del Centro de Posgrado de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), murió el 4 de agosto después de una breve lucha contra el cáncer. Anteriormente había enseñado en la Universidad de Pensilvania. Conocido por su larga trayectoria académica e intereses interdisciplinarios, fue autor de numerosos artículos y libros publicados en España, Perú, Países Bajos y Estados Unidos.
Eugenio Chang-Rodríguez nació en Trujillo, Perú, el 15 de noviembre de 1924, hijo de Enrique Chang y Peregrina Rodríguez. Recibió títulos de pregrado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y William Penn College. Continuó sus estudios en la Universidad de Arizona y la Universidad de Washington de donde obtuvo su doctorado (Ph.D.) en1955. El Dr. Chang-Rodríguez tuvo una reconocida trayectoria académica que resultó en unos cuarenta libros de los cuales fue autor, coautor o editor; principalmente sus investigaciones se centraron en la historia intelectual del Perú, así como en la lingüística. Sus publicaciones fueron reconocidas y apreciadas nacional e internacionalmente por la comunidad académica e intelectual. Recibió seis doctorados Honoris Causa, la Medalla de Honor del Congreso del Perú y la Orden al Mérito del Gobierno Peruano. Fue miembro fundador de la Academia Norteamericana de la Lengua, miembro de la Academia Peruana de la Lengua y de otras filiales de la Real Academia Española de la Lengua. Por su dedicación a estrechar los vínculos sino-peruanos, fue condecorado póstumamente con la orden “al mérito del servicio diplomático del Perú José Gregorio Paz Soldán” en el grado de Comendador. Durante su carrera académica, el Dr. Chang-Rodríguez enseñó como profesor visitante en prestigiosas universidades, dictó conferencias en las Américas, Europa y Asia, participó en congresos nacionales e internacionales, y por muchos años dirigió el Seminario sobre América Latina en la Universidad de Columbia.
Entre sus libros más conocidos está Latinoamérica: su civilización y su cultura, traducido al chino y al coreano, y utilizado como texto universitario en los Estados Unidos, Europa y Asia, y el Frequency Dictionary of Spanish Words, señera contribución al campo de la lingüística. A la publicación en 1957 de La literatura política de González Prada, Mariátegui y Haya de la Torre, le siguieron muchos libros, el más reciente se titula Víctor Raúl Haya de la Torre: bellas artes, historia e ideología (2018). Además de sus escritos, docencia y publicaciones, el Dr. Chang-Rodríguez fue miembro activo de sociedades profesionales, particularmente de la Asociación Internacional de Lingüística (ILA) que presidió en varias ocasiones. Se desempeñó como Ministro Consejero de la Embajada del Perú en Washington D.C., y representante ante las Naciones Unidas de la Liga Internacional de Derechos Humanos. Le sobreviven su esposa Raquel Chang-Rodríguez, Profesora Distinguida en el City College y el Centro de Posgrado de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, así como una hermana y numerosos sobrinos en Perú, España, Alemania y Estados Unidos.

La Asale presenta las novedades de la obra, que superan las 1.100

Tomado de EL PAÍS

Si usted abre ahora el Diccionario de la Lengua Española (DLE) en su ordenador o en el móvil, sepa que le puede dar un zasca a quien le miraba con displicencia por usar esta palabra, porque se ha incorporado al corpus de esta obra con tres acepciones, la más conocida: «Respuesta cortante, chasco, escarmiento». Es una de las peticiones de los hispanohablantes que las 23 academias de la lengua del español que hay en el mundo han aceptado incorporar al Diccionario. También sucede con una palabra muy coloquial y madrileña, casoplón, para llamar a las casas grandes y lujosas, que tanta envidia suscitan a quien no la tiene (eso no lo dice la acepción de esta palabra, claro).

Son solo dos de las 1.100 modificaciones de la 23ª edición del Diccionario de la Lengua Española, que han presentado este jueves el director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado; Paz Bataner, directora de la edición 24ª, prevista para 2026 -«que será renovadora, casi revolucionaria», según Muñoz Machado-, y Raquel Montenegro, directora de la Academia Guatemalteca de la Lengua. En esta renovación destaca la adición de 229 artículos, más 88 acepciones nuevas y 536 enmiendas, 284 de ellas relacionadas con acepciones, más las que afectan a lemas y etimologías.

Muñoz Machado ha desgranado algunos de estos cambios que, como apostilló Bataner, están desde este jueves en el DLE «porque han sido documentados, escritos, y llevan usándose ya un tiempo». Como mensajear: «Comunicarse por medio de mensajes escritos a través de un teléfono celular». O, en el ámbito medioambiental: arboricidio, «tala injustificada de árboles». Esta es una de las palabras que se usan ya habitualmente, pero que no habían entrado en el Diccionario, lo que también sucede con osteopatía o con sieso, para referirse a una persona «desagradable, antipática, desabrida».

Un caso aparte merece beatlemanía (con tilde) que, según Bataner, «es un caso que la Academia no lo tiene solucionado porque la primera parte mantiene el inglés» (no se acepta bítel, como sucedió con fútbol), «pero la segunda mantiene la forma española, con tilde». Una palabra mixta, hispanoinglesa. Mientras que del lejano latín se une una locución: annus horribilis, expresión que puso de moda la reina Isabel II de Inglaterra hace años por los quebraderos de cabeza que le daba la familia. La RAE también se ha mostrado sensible con los padres, al admitir cumplemés. En cuanto a enmiendas de una acepción, sobresale homeopatía, que pasa de «sistema curativo» a «práctica».

Para los futboleros: podrán decir con toda seriedad «centrocampismo», que se define, «en el fútbol y otros deportes», como la «táctica que favorece el juego en la zona central del campo». Aunque para los aficionados sea un bodrio de partido. Del fútbol a los toros, porque entra antitaurino. «Hay un movimiento social muy fuerte al respecto», apuntó Battaner, de los contrarios a «las corridas de toros o a otros espectáculos en los que intervienen estos animales». Una palabra que suscitó algún equívoco fue penthouse, que se usa en América y se recoge en cursiva para señalar el «apartamento o piso de lujo, generalmente con terraza, situado en la última planta de un edificio». No se trata, pues, de aceptar el nombre propio de una revista erótica, muy popular, que dejó ya de salir en papel.

Por supuesto, hay novedades que llegan desde la orilla atlántica del español, en este caso desde los campus estadounidenses: fraternidad, como «la asociación estudiantil, por lo general masculina, que habitualmente cuenta con una residencia especial». Junto a americanismos, entran españolismos, como bordería, cualidad que posee el «impertinente, antipático o mal intencionado». Y tres extranjerismos que empiezan por b: brioche («bollo ligero y esponjoso»), brochure («folleto impreso») y brunch, para ese cruce de caminos entre el desayuno y el almuerzo. Raquel Montenegro incidió en los americanismos, con palabras que, incluso, se pueden escribir de dos formas: «Muesli», en España, o «musli», en América, para el «alimento elaborado con una mezcla de cereales, frutos secos y otros ingredientes».

Curioso es el caso de «amá», cuyo uso sirve para llamar a las madres tanto en varias naciones americanas como en el País Vasco. Del folclore catalán se incorpora «casteller», para designar a cada una de las personas que forman una torre humana en festejos populares.

Con un Diccionario remozado, que se ha presentado en la penúltima jornada del XVI Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), que se celebra en una ciudad con tantísimas iglesias como Sevilla, entra en el corpus capillita, con dos significados, uno de ellos, para quien vive «con entusiasmo las actividades organizadas por las cofradías religiosas a lo largo del año y participa en ellas».

Para terminar, se suma una familia de palabras que podría usarse como trabalenguas para aprender el español, a la manera de «el cielo está enladrillado, quien lo desenladrillará…». Son desestructurar, desestructurado, desestructuración y desestructurador, cuyo significado no precisa demasiada explicación: lo que no tiene estructura.

Inauguran período de trabajo 2019-2020 becarios de la Academia Cubana de la Lengua

Este 5 de septiembre se produjo el encuentro entre los becarios salientes (Yurelkis Palacio Piñeiro, Gretel Gutiérrez Fuentes y Alain Serrano Riverón) y los que inician su labor en la Academia Cubana de la Lengua (Elisa García González, Loisi Sainz Padrón y Kelly Linares). Se reconocieron los resultados alcanzados en el período anterior y en particular la contribución al Nuevo Diccionario Histórico de la Lengua Española (NDHLE).

Entre las tareas en curso que continuarán los nuevos becarios se encuentran la de contribuir a la edición de DIDEA (Diccionario infantil del español-Academia Cubana de la Lengua), aplicar un programa informático con vistas a un futuro diccionacio infantil digital, habilitar un curso de redacción en línea, así como participar en cursos y talleres que se programan para este período lectivo.
Bajo la tutoría de los académicos Ambrosio Fornet y Elina Miranda, García continuará la investigación sobre la historia de la ACuL que viene realizando hace años. Por su parte, con la supervisión de la exbecaria Palacio, Linares se dedicará especialmente a la digitalización y revisión de DIDEA, y a la realización del programa radial “Al habla con la Academia”, como ya lo venía haciendo desde hace meses. Sainz continuará el trabajo de colaboración con el NDHLE.
Todas las becarias desarrollan líneas de investigación afines a la ACuL con vistas a sus trabajos de doctorado y participan colectivamente en la revisión del Diccionario de la lengua española (DLE), el Diccionario fraseológico panhispánico (DFP) bajo la tutoría del numerario Sergio Valdés y otros proyectos emanados de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) y la Real Academia Española (RAE).

ACADEMIA CUBANA DE LA LENGUA

Ha fallecido en La Habana, a la edad de 89 años, quien fuera nuestro director de 2008 a 2012, el Dr. Roberto Fernández Retamar. Su legado como Maestro, en el sentido más alto del término, es extraordinario, no solo por el valor de la obra literaria que nos deja y en la que siempre vivirá, sino también por su coherencia ética, por su fidelidad a los más altos valores de la cultura cubana y latinoamericana, por su sensibilidad e inteligencia, por su bondad y vocación de servicio.

La obra literaria de Fernández Retamar es una de las más relevantes en nuestra lengua, realizada fundamentalmente a través de la poesía y el ensayo. Su poesía abarca numerosos títulos y alimenta desde siempre la mayoría de los textos en los que ha comunicado su fe de vida y el equilibrio de lo cotidiano y lo épico en su propia raíz.

Pensador de Nuestra América, sus ensayos abrieron nuevas perspectivas para la exploración de la identidad latinoamericana, de ahí su empeño en difundir e interpretar la monumental obra de José Martí, el más universal de los cubanos.

Su obra toda fija el paisaje esencial de este escritor que surge con sus hermosos poemas de afirmación civil y humana en los años cincuenta y alcanza su esplendor con la creación de una figura significativa para la comprensión de la estatura de la cultura continental como resultado de su reinterpretación de Caliban.

Más allá del ejercicio ininterrumpido de un oficio literario que alcanzaría más de seis décadas, Fernández Retamar desplegó en la segunda mitad de la pasada centuria, una labor importante como editor de libros y publicaciones periódicas, pero, sobre todo, su presidencia de Casa de las Américas resultó relevante en la consolidación y enaltecimiento de esta institución. Su quehacer docente en las principales universidades del hemisferio occidental, sobre todo en la Universidad de La Habana, lo sitúa en un lugar cimero de los estudios filológicos. Su práctica como crítico y profesor de literatura ha sentado cátedra en disciplinas tales como la teoría literaria y la historia de la literatura hispanoamericana cuyos cánones ha contribuido a gestar como pocos. Su filiación a una teoría de la literatura sin frontera alguna, confirma sus exploraciones y acercamientos a otros cuerpos literarios en diversas lenguas.

La obra de Retamar, por otra parte, ha trascendido a innumerables ámbitos y fue espejo de la inquietud moral e intelectual de varias generaciones de creadores quienes bebieron de su sabiduría y de su preciosa obra literaria. Preferida por los más jóvenes así como por los consagrados, la obra de Fernández Retamar ha alcanzado valores trascendentes que lo han colocado a la cabeza de la producción contemporánea en nuestra lengua.

JUNTA DE GOBIERNO
ACADEMIA CUBANA DE LA LENGUA

El legado de una pareja de maestros

  • A propósito del reciente fallecimiento del Académico de Mérito de la ACC, Julio Vitelio Ruiz Hernández

 

Dr. Leonel Ruiz Miyares, director del Centro de Lingüística Aplicada, CITMA, Santiago de Cuba

 

El pasado 15 de abril falleció el Dr. Julio Vitelio Ruiz Hernández, destacado lingüista, uno de los pioneros de los estudios de fonética acústica y experimental en Cuba, autor de novedosos libros de ortografía de gran difusión nacional y creador del Centro de Lingüística Aplicada (CLA) de Santiago de Cuba. Con su pérdida, se cierra la existencia física de un binomio científico que realizó grandes aportes a la lingüística y la pedagogía cubanas, pues, junto con la también lingüista Eloína Miyares Bermúdez, elaboró parte de su vasta obra.

 

Antes de 1959, como maestros rurales en el oriente de Cuba, Vitelio Ruiz y Eloína Miyares comenzaron a mostrar sus inquietudes por el correcto uso de nuestra lengua materna: concursos ortográficos y otras iniciativas fueron surcando el camino para empeños mucho más ambiciosos.

 

Con el triunfo revolucionario, ambos jóvenes interiorizaron muy bien las palabras de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro cuando expresó “La Revolución sí puede recoger del pueblo toda la inteligencia, toda la energía, y todo su espíritu de lucha y de creación, y llevarlo hacia un camino de bienestar y de progreso!”[1]. Y eso fue exactamente lo que hicieron Eloína y Vitelio; con su enorme energía de lucha y creación, entregaron su modesta inteligencia al bienestar y al progreso de nuestro pueblo en la esfera de la lingüística.

 

Con la fundación en 1971 en Santiago de Cuba del Departamento de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba (ACC), hoy Centro de Lingüística Aplicada del CITMA, ambos investigadores impulsan los estudios lingüísticos aplicados a resolver problemas concretos sobre la lengua, hallados en sus investigaciones teóricas.

 

En las décadas de los 70 y los 80 del pasado siglo, establecen laboratorios de fonética para la corrección de las dislalias culturales en todas las antiguas Escuelas Formadoras de Maestros Primarios y comienza la capacitación en Lingüística General y Fonética a locutores de radio y televisión del país. No en vano en el contexto del V Coloquio Nacional de Locución, celebrado en Santiago de Cuba en mayo del 2015, ambos fueron declarados padres de los estudios científicos de la locución en Cuba.

 

Junto con otros prestigiosos lingüistas cubanos, como Max Figueroa Esteva, Gisela Cárdenas Molina, Sergio Valdés Bernal y Gema Valdés Acosta, Eloína Miyares y Vitelio Ruiz contribuyeron al avance de esta importante ciencia humanística en el desarrollo de la sociedad cubana actual.

 

Durante la década de los 90 y hasta nuestros días, estos paladines del lenguaje hacen realidad uno de sus añejos sueños, la elaboración de los primeros diccionarios escolares en Cuba. El Diccionario escolar ilustrado y el Diccionario básico escolar, junto con la Metodología ortográfica VAL-Cuba, forman una tríada de resultados que favorecen el empeño del país en lograr un mejor vocabulario y una correcta ortografía en los estudiantes del Sistema Nacional de Educación, incluyendo los discapacitados visuales y los sordos e hipoacúsicos.

 

La divulgación e introducción de los resultados fueron otras de las características de Vitelio y Eloína. Siempre en estrecha vinculación con el CITMA y el Ministerio de Educación, ambos investigadores –junto con sus incansables colaboradores del CLA– recorrieron en varias ocasiones todo el país en las llamadas Caravanas Científicas Nacionales de Lingüística, original manera de explicar y entregar de primera mano a alumnos, maestros y metodólogos los variados resultados lingüístico-pedagógicos confeccionados en su institución. Por otro lado, los reconocidos Simposios Internacionales de Comunicación Social, con 32 años de ejecución, contribuyen sobremanera a conocer el rumbo de los estudios lingüísticos en Cuba y fuera de ella.

 

Sin proponérselo, la Revolución premió en el 2010 a Vitelio Ruiz y a Eloína Miyares con la más alta condecoración que otorga a sus trabajadores, el título honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba, por tan larga trayectoria de dedicación, creación y abnegación.

 

Hoy, tras la ausencia física de Vitelio y Eloína, nos toca –con la misma energía y creatividad– continuar su extensa y fecunda obra para así honrar a quienes serán siempre, como los llamara Nancy Morejón, orfebres de la palabra.

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[1] Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz resumiendo los actos del día internacional del trabajo, en la Plaza Cívica, el 1º de mayo de 1961 en Fidel, Soldado de las Ideas, http://www.fidelcastro.cu/es/discursos/discurso-pronunciado-resumiendo-los-actos-del-dia-internacional-del-trabajo-plaza-civica

Dos cubanos obtienen el Premio Casa de las Américas 2019

Alexis Díaz Pimienta y Reinaldo Funes Monzote se alzaron con el Premio Literario Casa de las Américas 2019, en las categorías de Literatura para niños y jóvenes y Ensayo de tema histórico-social, respectivamente. La decisión –que en ambos casos se tomó por unanimidad– fue dada a conocer el pasado 31 de enero en la sede de la institución.

El jurado conformado por los escritores Elena Dreser (Argentina-México), Mario Picayo (Cuba-Islas Vírgenes, Estados Unidos) y Olga Marta Pérez (Cuba), considera que Piel de noche, de Díaz Pimienta, aborda “una temática sensible con un alto sentido humano, consciente de la perspectiva de género y de la diversidad; porque en manos de los pequeños lectores los llevará a ser mejores personas, atendiendo a los valores que prevalecen en sus versos”. En opinión del jurado, además, se trata de “un texto escrito de manera sencilla y directa que conserva la voz del niño, cuyo resultado es una obra tierna y conmovedora”.

En cuanto a Nuestro viaje a la luna. La idea de la transformación de la naturaleza en Cuba durante la Guerra Fría, de Funes Monzote, el jurado integrado por Néstor Francia (Venezuela),  Elissa L. Lister (República Dominicana) y Raúl Garcés (Cuba), sostuvo que el libro “ofrece un aporte a la comprensión del proceso revolucionario abordando la historia desde un diálogo entre áreas del saber menos conocidas y difundidas, cuya aproximación interdisciplinaria al tema integra elementos de la geografía, la economía, la política, las ciencias aplicadas y la historia de las ciencias”. Asimismo, celebra la utilización de una significativa bibliografía actual y el hecho de “visibilizar a un conjunto de científicos y técnicos que contribuyeron a la construcción del proyecto revolucionario desde áreas relacionadas con la sustentabilidad económica, la soberanía alimentaria y el equilibrio ambiental”.

Ambos volúmenes –en proceso de edición– serán presentados durante la celebración del Premio Literario Casa de las Américas 2020.

Presencias Europeas en Cuba, la identidad a debate

Este miércoles 10 de abril se inauguró en La Habana el III Coloquio Nacional Presencias Europeas en Cuba, organizado por el Centro para la interpretación de las relaciones culturales Cuba – Europa: Palacio del Segundo Cabo.

La conferencia magistral del Dr. Sergio Valdés Bernal, titulada “Las lenguas europeas y el español de Cuba”, fue la apertura del evento teórico que convoca cada año la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.

 

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En su intervención, el Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas de 2018 abordó luces sobre la necesidad de analizar y describir en profundidad los patrones lingüístico-culturales aportados por los europeos, en el sentido de definir la procedencia sociolingüística de estos pobladores, o sea, qué tipo de español, inglés, francés u holandés trajeron consigo, y cuánto influyó en esto la jerga marinera o el habla portuaria, pues la colonización fue a través del océano.

La sesión de la mañana se centró en la transculturación lingüística con la moderación del Doctor en Ciencias Lingüísticas Alejandro Sánchez Castellanos, profesor del Departamento de Estudios Lingüísticos y Literarios de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana.

 

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Se presentaron así las ponencias del MSc. Pedro Adolfo Machado Aguiar (Los cuentos de mentira: la herencia cubana del español, Conde de Castañeda, y del alemán Barón de Münchhausen); el Dr. C. Ronald Antonio Ramírez Castellanos (De las crónicas a la narrativa romántico-costumbrista: Europa y Francia en la cultura popular santiaguera de la Colonia); la Lic. Tatiana Guerra Hernández (Voló como Matías Pérez, un refrán que tiene historia); sobre esta línea de dichos populares debatió la MSc. Bárbara Oneida Venegas Arbolaez con su presentación “La ruralización del refrán en Trinidad y Sancti Spíritus. Aproximación histórica”; así como MSc. Edilinda Chacón Campbell (El pregón una herencia hispana en Cuba. Actualidad en la ciudad de Santiago de Cuba).

 

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La sesión tarde, conducida por la MSc. Zenaida Iglesias Sánchez, historiadora e investigadora de la Empresa Restaura de la OHCH, incluyó la conferencia “Impacto inglés en la cultura popular tradicional cubana”, del Dr. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez; “Incidencia de la migración balear en la cultura popular tradicional en la comunidad de Surgidero de Batabanó”, del MSc. Vicente Robinson Echevarría; a la MSc. Adriana Hernández Gómez de Molina con “Cultura y tradiciones en el asentamiento hebreo de La Habana Vieja”; Así como al MSc. Maciel Reyes Aguilera y la investigación “Vivir a la francesa en el cafetal oriental del siglo XIX”.

La Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana, en el marco del proyecto de cooperación internacional Gestión integral participativa y sostenible para el desarrollo local del Centro Histórico y la Bahía de La Habana, auspiciado por la Unión Europea y el Ayuntamiento de Barcelona, organiza el III Coloquio Nacional Presencias Europeas en Cuba, con la rectoría del Centro para la interpretación de las relaciones culturales Cuba – Europa: Palacio del Segundo Cabo. El evento se extenderá los días 11 y 12 de abril de 2019.

 

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Un total de 27 ponencias fueron aceptadas para su participación en la actual convocatoria del evento cuyos resultados serán incluidos en las memorias de este Coloquio y futuras publicaciones del Centro de Interpretación.

DISCURSO PARA LA RECEPCIÓN DEL PREMIO NACIONAL DE LITERATURA 2019

Siempre que me preguntan sobre el oficio del escritor y la escritora, acudo a una definición atribuida a los franceses hermanos Goncourt: “facilidad innata y dificultad adquirida”. A lo que yo añado dos premisas: el dominio de la lengua y la conciencia de pertenecer a una cultura determinada.
Yo también he tenido otras divisas como persona y como escritora, y una de estas ha sido un hermoso y lúcido verso de la poesía lírica azteca que se preguntaba qué debía dejar uno después de su muerte y contestaba: “Al menos flores al menos cantos.”
Recibir el Premio Nacional de Literatura me ha redondeado los afanes de mi vida literaria. No solo lo agradezco enormemente, sino que estoy conmovida por tantas muestras de afecto. Y lo comparto con todos aquellos, familia, amigos, colegas, que me han ayudado a llegar a este punto.
Deseo aprovechar la ocasión de este acto para rendir sincero homenaje a aquellos ganadores anteriores de la distinción con la que hoy se me honra, afirmando que el ser merecedora del premio por ellos ya alcanzado prestigia aún más mi propia condición de premiada y el honor de compartir este pase de lista.
Antes de continuar quiero agradecer de manera particular a los jurados, a los amigos como Lázaro García que me han estimulado a no perder las esperanzas y a los editores de mi obra. Y agradecer a mis amistades en el extranjero que han traducido y publicado mi obra: Colette Casado, Irina Bajini, Sara Cooper y Fabio Murrieta.
Como tantas personas me han ido diciendo, siento que al fin he alcanzado algo que hace mucho quería. Lamento que por pasado ese tiempo, no estén a mi lado algunos difuntos que lo hubieran celebrado conmigo como Ezequiel Vieta, mi hermano Albertico Yáñez y Nancy Alonso. Pero el obtenerlo ha sido una emoción y un honor grande. Como ya he repetido, entre las manifestaciones más importantes han estado en las tantas demostraciones de afecto y aprobación que he recibido.
Si mi padre Alberto Yáñez estuviera vivo, diría que me acaban de dar un equivalente al balón de oro. (¡GOL!) Y yo añadiría también con un toque de humor negro que este premio me ha cambiado hasta mi epitafio que consistía en “Al fin en todas las listas negras”. Ya no.
Cómo y cuándo nació esta vocación mía por las letras
En mis comienzos de escritora, sin lugar a dudas, está en primerísimo lugar la familia. Mi papá periodista, y una madre con una excepcional sensibilidad. Así que creo que hay algo en los genes por ahí. Las motivaciones… bueno, cuando era pequeña quería que los cuentos terminaran como a mí me gustaba y así empecé…
Desde niña, con una familia inclinada a las Letras y un tío abuelo que me enseñaba poemas, siempre tuve la lectura como parte de mi esencia. Escribía cuentecitos. Mi niñez fue común, si se puede llamar común a tener un tío abuelo como el mío, o unos padres como Nena y Alberto. Mi tía Tata me regaló a los seis años Los tres mosqueteros y una lamparita para leer en la cama. Todavía conservo ambos objetos y la costumbre. Mi familia me puso a estudiar piano y baile español, lo típico; pero al mismo tiempo me llevaban a los juegos de la Habana y Almendares, a los palcos reservados para los periodistas de las carreras de autos, a corretear con los futbolistas en el stadium de la Tropical, sin ningún melindre. Mi tío abuelo Félix era el coime de los billares del Centro Asturiano, un ser peculiar, dulce y enamorado. Escribía poemas y se daba tragos con Hemingway en el Floridita. El tío Félix me secundaba en mis fantasías aventureriles, íbamos a pescar a Casablanca con un cordelito y un clavo jorobado, o a cazar leones con una escopetica que disparaba un corcho en los jardines del Capitolio. La escalera de la casa de la abuela era el barranco donde se escondían los eternos enemigos, los indios apaches. El campamento de «los buenos» era detrás del escaparate de mi mamá. Mi mamá Nena tenía una mente muy ágil y una sensibilidad peculiar, mi papá Alberto, periodista y futbolista, un sentido del humor todo el tiempo en acción. Desde siempre que recuerdo, mi casa era un avispero de imaginación. Creo que todo ese caldo de cultivo hizo que mi hermano y yo nos inclináramos a las letras…. tal vez la manera más apacible de canalizar aquellas energías tan locas de mi familia.
Mi primer premio literario me lo dieron en el sexto grado en el Plantel Jovellanos donde yo estudiaba, tenía 10 años y era un concurso sobre la Fundación del Centro Asturiano de la Habana. Me gané una medalla y mi texto, escrito en el aula como un examen, fue publicado en la revista TOPICOS hispano cubanos en julio de 1959. La primera frase de mi texto era “El triunfo es de los que se sacrifican”.
No obstante, mi principal giro fue el de la profesión. Desde niña yo quería trabajar en publicidad y ser caricaturista. Combinar la destreza para el trazado de dibujos con la habilidad para escribir. De esta manera, apenas con 12 años participé junto a mi padre como Fundadora del Diario Humorístico Palante donde incluso llegué a publicar algunas caricaturas.
Me incliné a estudiar pintura y de hecho pasé las pruebas para entrar en la Escuela Nacional de Arte. Entonces, a punto ya de hacer mis maletas para becarme en Cubanacán, me avisaron de que había sido seleccionada para una escuela distinta, un bachillerato para adolescentes superdotados, lo que sería el Instituto Preuniversitario Especial Raúl Cepero Bonilla. Una interferencia en mis planes, aunque a mi favor, pues esos tres años en el Cepero Bonilla fueron no sólo felices, sino decisivos en el establecimiento de una ética de exigencia y de rigor. Hubo otros giros más: de una niña mimada y bien educada, me transformé en joven rebelde y medio hippie.
Me inicié en la literatura escribiendo narrativa, cuando era una adolescente. Y lo primero de ficción que publiqué en una revista fue un cuento en la Revista Santiago. Luego estudiaba en la Escuela de Letras y allí por la asignatura de Historia del Arte, Adelaida de Juan nos encomendó la tarea de visitar la parte antigua de la Habana, lo que llamamos “La Habana Vieja”, con sus mansiones de siglos pasados, sus callejuelas, sus iglesias, sus plazas. Mientras descubría una parte de la ciudad que, aunque la había caminado de vez en cuando, no la había visto con los ojos de la admiración artística y para mí fue un deslumbramiento. Tenía veinte años y también descubrí el primer amor. Un día me senté y como en una racha incontenible escribí un manojo de poemas. Esos poemas que cuentan del arrebato por mi ciudad y por el amor formaron el libro LAS VISITAS que fue Premio del concurso universitario “13 de marzo” y mi primer libro publicado. Es además mi libro más querido.
Para mi ese fue durante mucho tiempo el gran premio de mi vida. Me publicaron el libro, que se convirtió en mi texto más estimado. Era un galardón que muchos teníamos en alta estima (Abel Prieto también lo ganó, en narrativa).
En los años sesenta, éramos fanáticos de aquella película que se llamaba Hiroshima Mon Amour. Lo que más me impresionaba de ese título proyectado sobre la trama era su oculta relación entre el amor y el sufrimiento. Es cuando uno ama tanto a algo o a alguien que le duele. Esa es la Habana mi amor, para mí. Es la sustancia de mis primeros poemas, Las visitas, un recorrido por la Habana Vieja. Es la sustancia de mi primer cuento y que le dio título a una de mis colecciones de narraciones La Habana es una ciudad bien grande, y creo que es la razón de buena parte de mis elecciones en la vida. La Habana es el mar, sus ruinas, sus gentes, la nostalgia concreta de los que no están, mis perros, mi patio de Cojímar, mi propio «huerto claro donde madura el limonero», como diría Machado.
Así que dedico parte de emoción al 500 aniversario de la Ciudad de la Habana.
Cojímar tiene lo que más amo de la Habana: el mar… y ese aire que imprime de limpieza de espíritu, de aventura no culminada, de serenidad y también de furia cuando viene a cuento. Es, como hubiera dicho Hemingway, trasladando el set: “un lugar limpio y bien alumbrado”. Para vivir, para escribir, y para morir, también cuando venga a cuento.
Como ya he dicho en otras ocasiones, entre los escritores del exterior como influencia después de su lectura, empezaría por Salinger; después Carson McCullers, y Hemingway. También Marguerite Yourcenar y Juan Rulfo. Y entre los escritores cercanos que me han apoyado en mi elección de convertirme en escritora me siento agradecida a Ezequiel Vieta, (que me llevaba recio en el ejercicio de escribir, pero sin desalentarme, todo lo contrario), a mis profesores Roberto Fernández Retamar, César López, Jaime Sarusky y Juan Arcocha. Amigos como Pepe Triana. Y también a mis profesores de literatura tanto en el Instituto Cepero Bonilla como en la Escuela de Letras, como Nuria Nuiry, Camila Henríquez Ureña, Juanita Conejero, Lucía Sardiñas y Mirta Aguirre. La literatura se volvió la inquietud más seria de mi vida. Leer y escribir son las almas de mi existencia.
Los libros extranjeros que entonces se publicaban en Cuba se conseguían por centavos y en Cuba se publicaba muchísimo de lo mejor de la literatura europea, norteamericana y latinoamericana (y de otros lares también, claro). Uno de mis primeros trabajos críticos fue un prólogo sobre Carson McCullers. Leí mucho a Salinger, a Hemingway, la novela realista francesa, a las Marguerite Duras y Yourcenar, a Benito Pérez Galdós que es una estupenda escuela para quien quiera escribir en correcto español y no parezcan como traducciones (algo que ocurría en algunos textos cubanos que han tenido mucho bombo). Por supuesto, también leía y daba clases sobre ellos, desde fechas bien tempranas, a Borges, Rulfo, Cortázar, Fuentes, García Márquez y Vargas Llosa. Algunos me influyeron para bien, como en la concisión. Otros me influyeron para mal y con los que he cometido parricidio en mi disco duro. A Raymond Carver lo descubrí gracias a Alain Sicard, colega y amigo profesor en Poitiers, que vio puntos de contacto y me regaló sus cuentos…¡en francés!
Y como buena hemingweyana siempre he estado pendiente de lo que se oculta debajo de la punta del iceberg.
Para seguir, insisto en que defiendo el término de poetisa. En el uso correcto de la lengua ese es el término que corresponde. Entiendo las razones de orden histórico y estético que ha provocado que muchas prefieran ser llamadas “poetas”, pero no debemos dejarnos arrebatar por determinaciones de género, el uso de un término en correcto español y además tan bello.
Yo creo muy firmemente en que para escribir en una lengua hay que, ante todo, dominarla. Aunque resulte tedioso, el aprendizaje de los autores españoles del siglo XIX no tiene comparación. El instrumento del escritor es, como el martillo del carpintero, el idioma. Insisto, hay que ser culto y conocedor de la lengua en la cual uno escribe. Es el ABC de la escritura.
Mi intención estética, aunque haya elementos fantásticos, es sobre todo realista. Y con distintos personajes como el de la mujer enloquecida que habla sola en mi novela Sangra por la herida uso exactamente estos componentes: el sueño y el humor. Lo qué siempre se mantiene de una u otra forma en mi obra, es la mezcla del humor con lo trágico, diría que casi es un sello literario mío. En los momentos más trágicos, más horribles de mi vida, no he podido dejar el humor negro, porque si se hiciera un recuento lo primero que yo escribía eran cuentos negros.
Por otra parte, ya como un rasgo de estilo, me gusta que mis personajes hablen desde una autenticidad. La busco, sin que ello implique un naturalismo banal o la aceptación de la grosería para ser realista. Creo que el español del habla no se puede trasferir literal a la literatura como si se puede en otras lenguas. Con el español hay que hacer un cuidadoso trabajo de reelaboración, pero siempre partiendo de lo genuino.
La emoción y la sensibilidad son importantes a la hora de escribir, pero también la cultura y el conocimiento preciso del idioma y lograr que salga de una forma natural. Como decía Bioy Casares, estoy convencida de que «el escritor debe escribir con claridad», a lo que añado austeridad en el estilo, sinceridad en la elección de temas y enfoque, y naturalmente dominio del lenguaje.
La literatura es para mí, en primerísimo lugar, conocimiento. En segundo lugar entretenimiento. La tercera es comunicación. Yo creo que estos son los tres aspectos fundamentales. El escritor tiene que comunicar una emoción y tiene que trasmitir su verdad. Es que para mí la literatura verdadera cumple una función cognoscitiva dentro del entretenimiento y del intercambio con los demás. Y esto vale para todos los géneros que he asumido desde la ficción, el testimonio, el periodismo hasta los guiones.
Ahora quisiera leer una cita del narrador cubano Lisandro Otero en su discurso de aceptación del Premio Nacional en 2003. No se puede decir mejor y más sintético de cómo él lo dijo:
“A veces fui catalogado como conflictivo y polémico por mantener ciertas pautas divergentes, pero sostuve mis discrepancias sin ceder jamás en los principios. Los disentimientos nunca fueron de fondo. No he sido un conformista sumiso ni un resignado sin criterio y a ello debo no pocos tropiezos. Me considero intransigente y por ello mismo, revolucionario.”
La lengua dura de la escritora norteamericana Djuna Barnes advertía que había que «huir del veredicto de lo vulgar». Pero yo no huyo….presento pelea. Efectivamente, aunque no lo disfruto, no me puedo morder la lengua —como me recomendaba mi sabia mamá— ante la vulgaridad, la corrupción, la mediocridad, la injusticia. Supongo que la fama de buscapleitos me la hayan endilgado algunos que no han salido bien parados de una discrepancia conmigo. Y pudiera contar muchas historias.
Desde joven, siempre he pensado que se debe ser consecuente con uno mismo. Una de las palabras claves es compromiso y otra es la honradez al escribir. La literatura no es un sofá cómodo desde donde disponerse a ser testigo de la realidad. Escribo para exorcizarme de verdades insoportables.
Todo lo demás es floritura. La esencia es esa: la igualdad de condiciones, de posibilidades. En el caso de la literatura se trata también de hacer una lectura de los textos desde una mirada de género. No exclusivista naturalmente. Siempre recalco que todo fundamentalismo es anti intelectual, y que lo principal es el talento, escribir bien. Ser escritora feminista significa para mí el rescate del olvido de la obra de muchas escritoras silenciadas, tomar conciencia ante el hecho creativo, y en definitiva escribir cómo se piensa.
Antes de cerrar estas palabras quiero recordar a mis dos personajes inspiradores en todas las épocas: el Principito y el Zorro. Y la célebre frase de que:
“He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos. (…) Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa”
Y para cerrar voy a leer las últimas líneas de un poema que me regalo el amigo y colega Rolando López del Amo, por haber obtenido el Premio Nacional de Literatura:
Así es como me parece
que se debe reaccionar
al ocupar un lugar
prestigioso y merecido
que triunfa contra el olvido.
Entonces: ¡a trabajar!
MUCHAS GRACIAS

ELOGIO A MIRTA YÁÑEZ

Advertencia: No esperen que este Elogio a Mirta Yáñez sea un largo memorial, vale advertirles que todos los elogios, alabanzas y adjetivos serán pocos para una obra sobrecogedora por su amplitud y su calidad estética. Pero trataremos de cumplir con el encargo del jurado.
Para la Doctora en Ciencias Literarias y Académica de Número de la Academia Cubana de la Lengua, Mirta Yáñez, la escritura ha sido más que una vocación, es una manera de vivir, es un elemento esencial de su humanidad. Es también la vía para sus explosiones de rebeldía y para revelar a los otros su personal y única percepción de la realidad.
Podríamos preguntarnos: ¿es solo la admiración por el arte de escribir lo que nos trae aquí hoy? ¿Acaso es el tributo a una vida para y por la literatura? ¿Quizás venimos porque distinguimos a una escritora con un amplio registro en cuanto a los géneros como la poesía, el ensayo, el testimonio, el cuento y la novela?
Sí, puede ser que eso nos convoque, y también para reconocer que desde su temprano cuaderno de poesía Las visitas de 1971, aparece una voz distinta, con el giro brillante que sorprende y conmueve, poesía que madura con los años sin abandonar los signos iniciales de su poética.
Los años de desempeño en la docencia, las investigaciones y estudios literarios desembocan en una brillante ensayística, baste mencionar el ensayo publicado por Casa de las Américas y Premio de la Crítica: La narrativa del romanticismo en Latinoamérica. Agreguemos su recopilación de ensayos en: Cubanas a capítulo y El Matadero: un modelo para desarmar. Pero si revisamos los prólogos de Mirta, nos damos cuenta que son verdaderos ensayos de alto valor y constituyen un excelente material más que atendible para su compilación y publicación.
La poesía es para Mirta Yáñez, según sus propias palabras “una necesidad de expresar algo”, pero el cuento, ha advertido, fue asimismo la necesidad de hacer sus propias historias para llenar un vacío, para hacer lo que no habían hecho otros, y así estamos ante una magnífica posición creadora: la escritora propone algo nuevo, sin descuidar el lenguaje, sin atender a modas, con una voz narrativa particular. Dos de sus libros de cuentos obtuvieron el Premio de la Crítica: El diablo son las cosas en 1988, y Falsos documentos en 2005. He dejado para último su novela Sangra por la herida, Premio de la Crítica en 2010; además, por ofrecer dicha novela el testimonio de toda una generación en diálogo con la ciudad y con su época de formación, al tiempo que en ella puede apreciarse el magistral dominio de diversos estratos lingüísticos, obtuvo el Premio de la Academia Cubana de la Lengua en el 2012.
Para completar los cinco premios de la Crítica Literaria en distintos géneros, falta mencionar el obtenido en el 2014 por Damas de social, en colaboración con Nancy Alonso.
No podemos quedarnos en los premios, títulos y reconocimientos, o porque su cuentística sea objeto de estudio en universidades extranjeras, sobre todo norteamericanas. Es que la obra de Mirta Yáñez tiene una trascendencia alcanzada por su profunda cubanidad que hallamos en el manejo del lenguaje, en el humor fino y cáustico, en el diseño y conflictos de sus personajes, en la intensidad con que expone la realidad, donde la crítica está implícita. Recuerdo que dijiste algo así: “en la literatura nada puede presentarse de manera obvia.” No podría yo expresarlo mejor que Sara Cooper, quien te entrevistó, y cito: “Los temas de clase, raza, género y sexualidad están entretejidos artísticamente en lo humorístico y en narrativas conmovedoras que hacen al lector detenerse para reconsiderar sus puntos de vista o razonamientos acerca de Cuba y de la vida.”
La huella trascendente de Mirta la encontramos en la Literatura para niños y jóvenes, pues con su narrativa propone un punto de giro que dará paso a una novedosa visión y manera de hacer, para colocar a esta serie literaria en el lugar que le corresponde en las letras de la Isla.
Su escritura y su accionar le otorgó visibilidad al discurso literario femenino, en nuestro país. La antología de cuentistas cubanas Estatuas de sal preparada por Mirta y Marilyn Bobes, constituye un lugar obligatorio de referencia para quienes emprenden los estudios de literatura escrita por mujeres.
Y quiero terminar con una cita de Mirta donde expone su compromiso con la literatura. Cito: “la literatura es la literatura y no se puede vender por unas monedas y creo que el acto de escribir va como un cuadro, como pintar un cuadro con flores lindas […]. Y tú tienes que pintar lo que tengas dentro. Si tienes dentro algún monstruo espantoso píntalo, o escríbelo. O si tienes una flor, aquí hay que decirlo al revés, si tienes una flor escríbela, aunque estén de moda los monstruos.”
Mirta, estamos contigo.
Muchas gracias.