Fernández Retamar, con su perdón, lingüista

Fernández Retamar, con su perdón, lingüista

Retamares, por encima de otras muchas cosas y para acudir a ellas, un “ciudadano de la lengua”[1], una permanencia “en una sola voz que diciendo cosas diferentes reconocemos como una”[2], porque esa voz resulta de la necesidad de presentar una mirada americana sobre la cultura, y hacerlo desde su lengua, su literatura y su historia. Leer más …

TOCAR LOS BORDES DEL POETA

Dr. Roberto Méndez Martínez

Academia Cubana de la Lengua

Supe por primera vez del poeta Roberto Fernández Retamar en mi adolescencia – tendría doce años o algo así- gracias a un ejemplar de Que veremos arder, colocado ante mis ojos en una librería camagüeyana. Aquel pequeño ejemplar de la colección Manjuarí me acompañó a todas partes, leí de forma insistente aquellos textos en los que, tras su desenfadada llaneza, se me antojaba suponer grandes enigmas, hasta que el libro, como suele suceder con tales volúmenes de culto, desapareció. Leer más …

Palabras para Carilda Oliver Labra

De noche. Noche espléndida.

Estábamos en la terraza de un café, bajo el cielo de Matanzas. Había música. Sobre un estrado, una pequeña orquesta tocaba. Escritores extranjeros y algunos cubanos visitábamos la ciudad. Algunos bailaban, otros sentados conversaban, tomando un ron o un daiquiry. Soplaba el aire de fines de febrero. Yo no la conocía, nunca antes en persona la vi. Vestida con traje oscuro, esa noche la veía bailar. Leer más …

CARILDA MÁS ACÁ DEL POLVO

Roberto Méndez Martínez*

Yo soy uno de esos lectores que descubrió tardíamente la poesía de Carilda Oliver Labra. Quizá fue providencial. En los años de mi juventud temprana, cuando dividía mi admiración entre Rilke y T.S.Eliot, cuando volvía una y otra vez sobre la obra de Lezama, de Baquero, de Diego, libros como Al sur de mi garganta y Memoria de la fiebre, de haberse cruzado en mi camino, los hubiera visto apenas como curiosidades de otro tiempo. Piénsese que hablo de los años 70, cuando unos pocos, asqueados de la poesía oficial y oficiosa, mal soportada por un lenguaje arrancado del peor periodismo, nos refugiábamos en ciertas bibliotecas para leer los textos por entonces colocados en el Index: Primer libro de la ciudad, Toda la poesía, Escrito en las puertas, El justo tiempo humano. Nada de efusiones románticas, ni de poesía erótica femenina. Leer más …