Novedades del BRAE

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En el recientemente publicado Cuaderno CCCXXI de la colección del Boletín de la RAE (BRAE) correspondiente al periodo enero-junio de 2020, aparece el artículo «Los ismos nacionales de la lengua española» de Francisco Moreno Fernández, que nos propone la misión de repensar el panhispanismo en el diccionario académico.

 

Parte de la trascendencia del XVI Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), realizado en noviembre de 2019, radicó en el anuncio de que la vigésima cuarta edición del Diccionario de la Lengua Española sería completamente digital y panhispánica y recogería, «sin límite de espacio, la riqueza de la lengua española y su vastedad geográfica».

La primera edición del DLE XXIV está pensada para 2026, en conmemoración de los trescientos años de la salida del primer tomo del llamado Diccionario de autoridades, obra fundacional de la Real Academia Española.

 

Para la elaboración de este novedoso repertorio lexicográfico tiene especial interés la publicación de «Los ismos nacionales de la lengua española» de Francisco Moreno Fernández, que analiza el curso histórico de la presencia de este tipo de palabras en el DRAE, así como ofrece fuentes y guías metodológicas para su inclusión con equidad en la próxima edición.

 

Pero ¿qué es un ismo y por qué es importante su definición para la elaboración del Diccionario de la lengua española? Definido como ‘uso lingüístico propio o característico de un territorio, un grupo social o una actividad determinados’, la inclusión del conjunto de ismos de cada país hispanohablante en los diccionarios académicos ha sido objeto frecuente de críticas, y es preciso resolver los problemas que ello plantea para la edición XXIV.

Moreno documenta la presencia de voces locales y regionales de la Península en el diccionario académico desde tempranamente, y de las americanas a partir de 1884, en que se acuña el término americanismo y aparecen marcas geográficas como América, Antillas, Cuba, Filipinas, Colombia o Méjico.

A pesar del incremento paulatino de este tipo de voces, se ha mantenido la falta de «una reflexión profunda sobre el concepto de variación léxica y un desarrollo metodológico capaz de dar un tratamiento adecuado a esa variación en el medio lexicográfico».

Los avances logrados posteriormente pusieron a discusión los conceptos de americanismo y españolismo: la falta de rigor científico en el tratamiento del primero, las dificultades conceptuales derivadas de la discusión sobre si el diccionario normativo de una lengua debía marcar las voces del lugar de su origen histórico y las metodológicas de identificar la exclusividad geográfica de uno y otro.

Aparición de la marca América en el Diccionario: 1884

Aparición de la marca España en el Diccionario: 1992

 

En este artículo del BRAE se analiza la diferente presencia de unos y otros términos en el diccionario del español en cuanto a las razones ideológicas y metodológicas que la motivan.

 

A pesar de que la XXIII edición (2014) tenía la intención declarada de ser «un diccionario general, de referencia y utilidad para toda la comunidad hispanohablante, con representación de los usos propios de cada uno de sus territorios más amplios, hasta alcanzar un grado de equivalencia entre variedades difícilmente imaginable hacía tan solo cincuenta años», el hecho es que las marcas regionales aparecen como inexactas, tienen diferente representación las provincias, regiones y áreas de América en relación con las de España y, lo que es más difícil de resolver, los lemas marcados para un país solo corresponden a algunas zonas de su geografía.

 

Habiendo avanzado, sin embargo, en la consideración del «espacio hispanohablante como un ámbito de intercambio cultural y comercial» entre los países que lo integran, las Academias de la Lengua Española han buscado soluciones a estas desigualdades, y han acordado «prescindir de la etiqueta Am.», «una revisión profunda de las voces regionales de España, para respaldar su presencia con una documentación fidedigna, como ya se hace para la incorporación de nuevas voces nacionales».

En lo metodológico, Moreno propone como pregunta científica de base la siguiente: «¿cómo es posible ocuparse de las áreas hispánicas como un conjunto cuando no se tiene información equiparable de todas sus partes?» y arguye sobre la urgencia y pertienencia de contar con los medios y los datos adecuados, metodológicamente comparables, logrados en estudios de diferente objetivo y alcance (diferenciales, integrales, complejos), para lo cual han de seleccionarse las fuentes más productivas de datos, y completar las tradicionales y de corpus con las encuestas dialectales.

El autor argumenta esta proposición con ejemplos de datos concretos obtenidos del proyecto Varilex (Variación léxica del español en el mundo), concebido por Hiroto Ueda en los años 90 y que ha tenido continuación y ampliaciones hasta 2016.

Usted puede participar en la encuesta al responder preguntas como esta:

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¿Cómo le llama usted a un juguete de papel recortado y doblado en forma de aspas que se fijan con un alfiler a un palito y que giran accionadas por el viento?

 

 

 

 

 

 

Moreno demuestra que «la base Varilex-R ofrece unas condiciones adecuadas para proceder al análisis cuantitativo de las diferencias y semejanzas entre los usos lingüísticos de todos los países hispánicos», ya que puede dar respuestas a las interrogantes acerca de «¿cuántas voces comparten los territorios que conforman el espacio hispanohablante, de una forma general y parcial?» o «¿cuál es el número de ismos nacionales que aparecen para cada territorio?». Estos datos pueden compararse con los recogidos en las últimas ediciones del diccionario académico.

Ejemplo:   Cubanismos en el DLE (2014): 2675

Cubanismos obtenidos de la encuesta de Varilex R (2016): 322

Con independencia de la fuente, Cuba se destaca por ser un país productor de ismos.

 

Moreno hace balance de pros y contras de las encuestas dialectales, enfatizando sus ventajas, y caracterizando resultados de ellas con utilidad lexicográfica, de validez para los medios de comunicación y para el comercio.

El autor demuestra obligada «la aplicación de métodos y técnicas más ambiciosos y potentes» para la delimitación de los ismos y concluye que, en la medida en que «la variación es intrínseca a la lengua, [y] toda proyección social de la lengua puede verse afectada por su variabilidad», tal condición requiere del lingüista «una labor constante de recopilación y análisis, si se quiere contar con una imagen actualizada y fiable de la dinámica dialectal del español.»

El artículo es muy sugerente para todas las academias, empeñadas en la elaboración de la edición vigésima cuarta del Diccionario de la lengua española.