Un cuervo de blanco plumaje en la filología hispanoamericana.

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Apuntes sobre Rufino José Cuervo

Por: Maritza Carrillo Guibert

Günther Schütz, reconocido compilador del epistolario de Rufino José Cuervo con eminentes filólogos europeos, recoge un pasaje sobre los vínculos del bogotano con el germanista Friedrich Pott con el que deseamos comenzar nuestras palabras de reconocimiento a la figura y a la obra de Cuervo. Nos cuenta Schutz que, Cuervo decidió enviarle un ejemplar de la segunda edición (aumentada y corregida) de sus Apuntaciones al lenguaje colombiano con el propósito de oír los comentarios del especialista sobre la obra. Al recibirla, Pott expresó que el descubrimiento de un filólogo de la talla de Cuervo en (una entonces ignorada porción del mundo para los científicos europeos) le resultaba tan rara como la aparición de un cuervo de blanco plumaje. Pero no sería Pott el único sorprendido, pues Cuervo había tenido el acierto de hacer circular sus Apuntaciones… entre otros especialistas alemanas con el propósito de establecer una relación profesional que contribuyera a enriquecer su obra con oportunas y sólidas observaciones, así como también a ampliar su formación en la ciencia del lenguaje.

Rufino José Cuervo se formó en los métodos y en el rigor de la lingüística europea de primera mano gracias al recorrido que hiciera por el viejo continente en compañía de su hermano Ángel. Pero su contacto con la pujante lingüística de Europa no fue unidireccional. Cuervo fue influido e influyó con sus trabajos en varias de las figuras más destacadas de la época. Bebió de las fuentes de lo más representativo de la lingüística de entonces, pero no se dejó dominar por método o escuela. Su formación teórica estaba encaminada a calzar sobre bases firmes sus estudios sobre la lengua española. En un fragmento manuscrito que correspondería probablemente al prólogo del “Castellano popular y castellano literario” comenta que

En los pueblos que hablan castellano, la filología más que otros ramos, ha padecido las consecuencias de las fórmulas simplísimas del empirismo […]. Semejante modo de estudiar el lenguaje, prescindiendo absolutamente de los hechos […] ha producido el efecto de que a pocos se le ocurra que el habla humana es objeto de estudio científico como los reinos animal y vegetal y como los fenómenos de nuestra alma. [1]

Cuervo tenía como propósito que sus estudios fueran reflejo de las doctrinas, métodos, conceptos y términos más adelantados de su tiempo. Al revisar su epistolario, se repasan las principales tendencias de la lingüística decimonónica. Pero ¿era Cuervo flor rara, un milagro dentro de la filología hispanoamericana o digno hijo de su momento histórico?

Sobre este punto nos aclara Fernando Martínez que esa frase que hace aparecer a Cuervo “como un ser poco menos que extraño a nuestro medio”,[2] olvida considerar siguieras someramente el conjunto de factores y sucesos que aclaran y explican la aparición de intelectuales de la talla de Rufino José Cuervo en el paisaje hispanoamericano del siglo XIX.

Los hombres que llevaron a cabo las guerras independentistas tenían entre sus objetivos crear una mentalidad ilustrada en un momento en que la ruptura con el pasado parecía definitiva. El problema de la educación, en pueblos en que el colonialismo había reinado, fue el ideal para quienes concentraban sus esfuerzos –una vez rotas las amarras coloniales- en desplegar una tenaz lucha por la cultura como una de las vías que hiciera posible consolidar la independencia. Se vuelven entonces los ojos hacia una filosofía que fuera capaz de satisfacer los anhelos que nutrieron la obra de la emancipación.

Algunos intelectuales se empeñaban en trasplantar instituciones políticas y sociales coloniales de Europa. En este contexto la lengua española se apela al valor simbólico de la lengua como estrategia en aras de reforzar los lazos de unión entre pueblos que habían soltado las amarras con la Metrópoli pero que debían consolidad la independencia. La preocupación por el estudio de la lengua español se asienta en la idea de contribuir a la unidad del español a ambos lados del Atlántico. La tendencia a la corrección gramatical y la consideración de las variaciones dialectales como corrupciones era denominador común del debate sobre la lengua. En la prensa se trataban cuestiones gramaticales y de ortografía, lo que constituía botón de muestra del afán de ilustración idiomática imperante. Los más destacados pensadores hispanoamericanos desde Bello hasta Cuervo separaban nítidamente el español de otros productos heredados de España. Intentan preservar la lengua de los “vicios” de las variedades vernáculas y de los neologismos importados de Europa. Otros tienen tendencias separatistas en materia de idioma.

  1. Cuervo y la lingüística del siglo XIX.

Con una educación regular asistemática y carente de una información superior orgánica, coherente y metódica, Cuervo adquirió su cultura de autodidacto. Se mantuvo en contacto con el movimiento científico y bibliográfico que se operaba dentro del campo de la filología. La inteligencia de Cuervo para la lingüística se despertó con la lectura de las obras de las principales figuras que contribuyeron al bautismo de la lingüística como disciplina científica.

Como instrumento de trabajo para acceder a la bibliografía científica, Cuervo aprendió inglés, francés y alemán, tres de las lenguas de importancia para la ciencia de su época y aprovechó su primer viaje al Viejo continente para adquirir libros en Leipzig, el centro europeo de las actividades editoriales de la época. Instalado después en París, accedió a gramáticas y diccionarios y se interesó en la literatura de la Antigüedad.

En la primera edición de Apuntaciones… Cuervo utiliza las Lectures on the Science of Language de Max Müller y aparecen referencias a la Gramática de Bopp. Se sirve también de la obra de Pott. Según expresa Fernando Antonio Martínez, parece evidente que el trabajo de composición de las Apuntaciones… avanzaba paralelamente con la publicación de obras lingüísticas fundamentales en ese período. Hay una fuerte sincronización en el desarrollo de la materia y las fuentes mismas de la investigación. Pero no es el único caso. En la Gramática latina que escribió en colaboración con Caro hay citas de Curtius y F. Diez. Se menciona con frecuencia a Meyer-Lübke y Schuchardt, su entrañable amigo, en sus Disquisiciones sobre filología castellana. Las obras de Cuervo muestran que sus trabajos estaban en consonancia con los avances en el campo de la lingüística.

  1. Ideas lingüísticas.

El filólogo bogotano se formó en los métodos del comparatismo de Bopp y de Grimm y pudo haber sido un indoeuropeísta de no haber enrumbado su labor investigativa por las aguas de la lingüística románica en general y de la lengua española en específico.

La equiparación de la lengua aun organismo natural, en suma la gradación Grimm-Pott-Schleicher, aparece patente en diversos lugares de sus escritos. En la Introducción a las notas con las que amplió la Gramática de Bello expresa “el lenguaje no es ya aquel mecanismo inerte y sin vida perennemente sujeto a fórmulas inmutables; todo se muda en él”.[3]

No hay citas de Humboldt en los trabajos de Cuervo, pero es probable que el filólogo colombiano haya consultado las obras del lingüista alemán siguiendo las recomendaciones de F. Pott. Hay pasajes en los trabajos de Cuervo que recuerdan a Humboldt. Para ambos la lengua nunca es una abstracción o esquema rígido que prescinda de los individuos o pueda separarse de ellos. Hay siempre en el hablante un instinto de raza que lo condiciona mucho más que una serie de preceptos apriorísticos el instinto transformador del idioma. En la causalidad de los fenómenos lingüísticos no intervienen –como algunos habían pretendido- solo leyes físicas. Junto a las causas o leyes fonéticas cuentan las psicológicas.

Cuervo fue un admirador de F. Diez, a quien también envió un ejemplar de la segunda edición de Apuntaciones… en 1876. Lamentablemente, F. Diez falleció ese mismo año y no queda constancia de que haya revisado la obra. Del romanista y de su entrañable amigo Schuchardt, le vienen a cuervo su interés por las lenguas y dialectos. Es necesario señalar que el bogotano sostuvo un intercambio epistolar con Jules Cornu, estudioso de los dialectos de la Suisse romande y de su literatura popular y quien posteriormente extendió sus investigaciones al portugués y el español. De estos estudios se obtuvo como resultado la presentación histórica de la lengua portuguesa sobre base latina en el Grudriss de Gröber, obra maestra. Cuervo le envió a Cornu dos de sus trabajos: El castellano de América y la cuarta edición de las Apuntaciones…, así como también el prospecto de su Diccionario de construcción y régimen.

La sólida formación que ya había alcanzado Cuervo se revela en que no se deja deslumbrar por las tesis de Cornu e incluso comenta con Schuchardt que algunas de las explicaciones del dialectólogo suizo sobre la etimología de ciertas voces españolas le parecían inexactas. Schuchardt pudo comprobar que las dudas de Cuervo eran justificadas. Más tarde, en la introducción de su Diccionario de construcción y régimen, Cuervo rechaza las tesis de Cornu sin mencionarlo de forma directa, lo que da fe de su delicadeza.

Hay otro hecho de importancia en la relación Cuervo-Cornu y se menciona con la polémica entre Cuervo y Valera sobre el tema de la fragmentación del castellano de América. Se afirma que en una carta Cornu expresó su adhesión a las ideas de Cuervo; sin embargo, no hay indicios de que el suizo manifestara públicamente que compartía la tesis de Cuervo.

  1. Morf, uno de los fundadores de la dialectología francesa, y Cuervo tuvieron intercambio epistolar sobre temas en común. De los trabajos de Cuervo, Morf se interesó específicamente por dos: la Antigua ortografía y pronunciación castellanas, la Gramática castellana Bello-Cuervo. En la última carta que H. Morf envía a Cuervo, lo llama dei filologi spagnuoli, calificativo usado por Ascoli para referirse al filólogo colombiano.

El movimiento neogramático influyó en las ideas de Cuervo en su etapa de madurez. Pero cuervo, al igual que figuras como Schuchardt, no asumió acríticamente las ideas neogramáticas. Armado de los argumentos de años de investigaciones, combatió algunos de los credos neogramáticos generalizados en exceso. Cuervo conoció los primeros trabajos del idealismo vossleriano que refurzan sus ideas sobre la importancia de individuo en la creación y el cambio lingüísticos.

Cuervo y Saussure coincidieron en París entre 1882-1891, años que abarcan gran parte del período parisiense del lingüista ginebrino. Pero en esa etapa Saussure cultiva el comparatismo a tono con su época y aún no revela las ideas que posteriormente (1907-1911) desarrollara en Ginebra en torno a la lingüística general y que se concretaron en el Curso de lingüística general, conocido como el cuerpo mejor organizado de doctrinas lingüísticas producido dentro de las coordenadas filosóficas del positivismo y que le dará fama internacional a Saussure como el padre del estructuralismo. En Cuervo se descubren ciertas ideas que podrían calificarse de presaussurianas.

Este concepto de la lengua, como otros que nos parecen más concretos, tiene mucho de abstracto. Los signos de que cada hombre se vale para expresar sus pensamientos son más o menos numerosos según la educación que ha recibido, la profesión y otras circunstancias de su vida física, intelectual y moral, y en ocasiones tan particulares del gremio o agrupación a la que pertenece, que para un extraño pueden muchos de ellos ser ininteligibles. Recorra algunas páginas del diccionario de su lengua nativa, y echará de ver que es incomparablemente mayor la cantidad de voces que no conoce o que jamás usa, que el de las voces que diariamente emplea, con lo cual se convencerá de que ese enorme caudal no es posesión de ningún solo, sino que se ha recogido acá y allá de muchísimos, diferentes en época, comarca y profesión…[4]

La constitución de la lingüística como disciplina autónoma no subordinada a la filología estuvo entre sus preocupaciones. Atribuyó importancia a la psicología y sus leyes en la formación de la gramática hasta el punto de ser considerado como Ragucci “el mayor psicólogo de la lengua”.

Por un instinto fatal y conducidos por el sentido común –el genio de verdadera de la gramática general y criterio segurísimo, superior en cierto sentido la humanidad, como se le ha llamado- obedecen los pueblos en la formación de los vocablos, en la generación de la acepciones y en la armazón de las frases a leyes admirables que […] resultan regir las lenguas más distintas, y constituyen con sus importantes aplicaciones la ciencia del lenguaje, o sea la lingüística, base a la autoridad y su limitador, y aunque también se le subordina en ocasiones; pero por punto general se dan la mano y mutuamente se sustentan.[5]

En la definición de la Lengua Cuervo se acerca al concepto de estructura:

La lengua con sus principios fonéticos y morfológicos, con su sintaxis y semasiología particulares, es atributo propio de la nacionalidad, y superior por consiguiente al individuo, quien por descuido u obedeciendo a principios falsos puede caer en error; y con la autoridad de la lengua misma, en cuanto se haya estudiado de raíz de todas las manifestaciones de su desenvolvimiento histórico, no solo es lícito sino forzoso desaprobar toda práctica que rompa con las leyes que rigen su estructura.[6]

Otro punto de contacto de Cuervo con las ideas del lingüista ginebrino es que la lengua por su carácter social se impone al individuo que por sí solo no pude modificarla. En la obra del filólogo colombiano se insiste en la necesidad de establecer una política que frene las prácticas que conspiren contra la esencia misma de la lengua y su naturaleza.

Cupo a Cuervo el mérito de ser el maestro de las orientaciones de la lingüística decimonónica en Hispanoamérica. Su obra en conjunto se caracteriza por haber empleado con sagacidad los métodos científicos imperantes, lo que le permitió una posición de enjuiciamiento y análisis de la lengua española comparable al que se había hecho para otras lenguas. En síntesis Cuervo impuso para la consideración del castellano, tanto del peninsular como del de América, una visión amplia, históricamente fundada, que dio por resultado una idea de la unidad de la lengua y su espíritu.[7]

  1. Los temas.

La base y el fundamento de los estudios de cuervo fue la lengua española. Esto e lo que da a su obra una coherencia no quebrantada por método o escuela. Cuervo retoma dos valores fundamentales presentes a lo largo de la historia de la lengua española: el de la unidad de la lengua, orientado al entendimiento mutuo de todas las sociedades de hispanohablantes y el de su raíz popular, dos valores de larga tradición que se manifiestan en todas las culturas hispánicas contemporáneas.

La unidad y pureza del idioma fue la batalla a la que Cuervo dedicó sus esfuerzos, cuestión fundamental una vez que las guerras independentistas habían puesto fin al dominio español en América y existía el peligro de que dejara de existir el gobierno o la rección del centro metropolitano peninsular que daba las pautas a las hablas americanas. El temor de que la lengua española pudiera fragmentarse en diversos idiomas nacionales había impulsado a Andrés Bello a escribir su famosa Gramática y a Cuervo a realizar sus estudios para contribuir a garantizar la integridad del español que favorecería los lazos de unión y entendimiento entre naciones hermanas. Las investigaciones del filólogo colombiano estaban encaminadas a destruir las barreras que la diferencias dialectales podrían establecer, en momentos en que era imprescindible consolidar la independencia lograda en las gestas independentistas. Toma como modelo la lengua de Castilla, “donde nació, creció y se ilustró con el cultivo de eminentísimos escritores”[8] y como guía el uso general que manifestaba en la gente de esmerada educación. Así se expresa Cuervo en el prospecto del Diccionario de construcción y régimen:

Debemos hacer mención en primer lugar de la fijación de los lindes entre el lenguaje vulgar, el familiar y el elevado”. Es claro que la mayor parte del caudal de la lengua es indiferente y aplicable a todos los estilos; pero ciertas voces y modos de decir distinguen el lenguaje de la taberna del de la casa honrada, y a su vez en esta se oyen expresiones que en el estilo solemne de una arenga o de una oda estarían fuera de lugar… Diferencias son estas que no se aprenden sino observando el uso de las personas bien educadas, y que difícilmente llega a señorear quien no las ha mamado con la leche.[9]

Mucho se ha insistido en la actitud pesimista de Cuervo sobre el futuro de lalengua española tras la ruptura con la Metrópoli, tesis expresa en la carta a su amigo Francisco Soto y que dio lugar a una polémica de tres años con el escritor J. Valera y a otra más corta con Rodolfo Lenz, que tenía actitudes separatistas en cuanto al destino del español de América. Sin embargo, conviene resaltar que en la labor desplegada por Cuervo para evitar esa indeseable fragmentación nos revela la personalidad histórica del español americano en su primer trabajo: Apuntaciones críticas al lenguaje bogotano. Esta obra tuvo varias ediciones en las que se introducían modificaciones a tono con el desarrollo de la ciencia del lenguaje.

El casticismo y el purismo no le impiden abrir las puertas a neologismos y préstamos que enriquecían la lengua. Señala que solo el tiempo puede decidir qué se considera correcto o incorrecto, pues “lo que fue jerga de bávaros, llega con el cultivo a ser vehículo de las más altas concepciones”. Pero, para Cuervo, es necesario que los especialistas estén al tanto de las alteraciones porque “no todo lo nuevo logra aquella aceptación que es prenda de vida duradera”.[10]

Es bueno recordar como muestra de su preocupación en materia de neologismos y préstamos que, en el prólogo a la primera edición de las Apuntaciones…, se lamenta de no haber podido incluir un capítulo dedicado a esos tema por temor a que la obra fuera demasiado extensa.

El interés de Cuervo de poner al alcance del público de nuestra América estudios que examinaran fenómenos lingüísticos calzados sobre bases teóricas a tono con el grado de desarrollo de la ciencia del lenguaje de su época, como se ha señalado, es un rasgo que distingue sus trabajos. Cuervo critica el pobre nivel de desarrollo de la filología en Hispanoamérica y se lamenta de la escasez de obras que expusieran métodos de análisis lingüístico que sirvieran de modelo a quienes se interesan por los estudios filológicos. El pobre grado de desarrollo de los estudios gramaticales fue también blanco de su atención. El ideal de Cuervo era una enseñanza científica del castellano, aspiración que hace explícita en la introducción a las notas de la Gramática de Andrés Bello, a la que consideraba obra clásica, pues era símbolo de enseñanza científica del castellano al afirmar:

…la gramática tiene hoy que aliar prudentemente el análisis psicológico con la investigación de los hechos externos del lenguaje, determinar las fórmulas primordiales en que se conforman la lengua pensada y la hablada, y rastrear las causas que han producido las dislocaciones o irregularidades; combinar en fin el método dogmático, que reduce a reglas precisas lo que permite el uso culto o literario, con el histórico, que puestos los ojos en el desenvolvimiento de la lengua, explica cada hecho por sus antecedentes comprobados. Dándose así la mano el análisis y la cuidadosa observación del uso con la erudición y la crítica, haráse fecundo y aun ameno un estudio que tanto fastidia a la niñez y a la juventud y tan escaso atractivo ofrece a la edad madura…[11]

La gramática y la lexicografía, dos de los temas a los que Cuervo les dedicó mayor atención y en los que se destacaban sus dotes de investigador,[12] conducen al Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana. En las vacilaciones con respecto al régimen de ciertos verbos y partículas encuentra campo propicio para establecer un léxico que refleja la multiplicidad de significados y valores que originan de su funcionamiento en las construcciones sintácticas. Con esta obra magna de la lexicografía hispánica, que quedó inconclusa, Cuervo se convierte en uno de los padres de la léxico-gramática y se anticipa a enfoques de la lingüística moderna como el funcionalismo y la lingüística cognitiva, que dan prioridad al análisis de las construcciones sintácticas para analizar el régimen de las clases o categorías de palabras Mucho antes de que en la Nueva gramática de la lengua española se hablara de complementos argumentales de sustantivos y adjetivos, Cuervo expresa refiriéndose al régimen de esas clases de palabras: “Unas veces sucede que se conserva en el régimen del verbo primitivo, como en agregación, agradable, que se construyen con a como agregar, agradable.”[13]

Cuervo había intentado realizar un diccionario general, del que queda una muestra de los artículos que preparó. Consciente de que una obra de tal dimensión no podía ser tarea de un solo hombre, decidió reducir su esfera de investigación a un campo específico, lo que dio lugar al Diccionario de construcción y régimen. La inteligencia del plan y los principios en que se asienta el Diccionario sorprende a quien se acerca a esta obra. Es necesario señalar que el Departamento de Lexicografía del Instituto Caro y Cuervo ha continuado la revisión de las monografías del Diccinario.

Otro de los estudios de Cuervo, de ambicioso plan, fue “El castellano popular y literario”. Esta obra, formaba parte de un proyecto de refundición de sus Apuntaciones…, que el filólogo colombiano no llegó a realizar porque triunfó en él el afecto a su obra primogénita.[14] El índice general dela obra revela los distintos aspectos que acapararon su atención. El texto se estructuraría en cuatro partes: fonética, analogía, semasiología y vocabulario.

  1. Cuervo y la Real Academia Española.

En 1875, Cuervo fue nombrado correspondiente de la RAE. En su biblioteca fueron encontradas todas las ediciones del Diccionario de la real Academia publicados durante su vida. Reconoce que el Diccionario es referencia y soporte de sus estudios de lexicografía. En el prólogo a la primera edición de Apuntaciones… defiende el Diccionario de la RAE y el de Salvá. No obstante, en una mente analítica como la de Cuervo no cabían subordinaciones acríticas. El 5 de abril de 1886 se queja en una carta a M. A. Caro; “es verdaderamente lamentable que (la edición de 1884) haya salido con el borrón de las etimologías; y es esto más sensible cuando la autoridad de la Academia, que cada vez es más sólida, sobre todo en América contribuirá a perpetuar los malos principios, o mejor dicho, la falta absoluta de principios en ese ramo. Como muestra baste un botón: Cuervo expresa su desacuerdo por la inclusión del verbo “ballar” con el sentido de cantar alegando que este vocablo, así como otros derivados del mismo, no aparecían en el Diccionario de autoridades y era probable que se hubiera tomado del vocabulario que aparecía al final de las Antigüedades de España de Berganza, donde se hallaban mezcladas palabra de origen castellano con otras latinas. El razonamiento del filólogo colombiano llamó o la atención de su amigo Rafael María Merchán, quien en una carta citó a Cuervo una reseña de un comentarista inglés en el que se apela a las argumentaciones de Cuervo sobre esa cuestión.[15]

Más tarde cuando adquiere la edición del diccionario de la RAE de 1904 comenta “tiene las mismas errata, disparates y desaliños que la de 1895: en nueve años pues ningún académico la ha leído o ha sido capaz de notarlo.”[16] No obstante, Cuervo no desconoce las complejidades del trabajo lexicográfico y los méritos de la obra académica. Vale recordar que en Apuntaciones… reconoce que el diccionario de la RAE y la gramática de Bello le sirvieron de guía en la conformación de la obra. Su manera de pensar y actuar se refleja cuando expresa. “tanto huimos de lisonjear a la Academia atribuyéndole una inhabilidad que no pretende tener, como de abanderizarnos con sus detractores”.[17]

La cuestión del porvenir del español en América y sobre todo que sus ideas en torno a este problema fueran blanco de las críticas de Juan Valera es otro de los temas que hace a Cuervo referirse a la RAE. El filólogo colombiano se sintió herido porque el escritor español intentaba crearle la reputación de hombre de tendencias separatistas en materia de idioma.[18] En una carta a Benigno Barreto (1910) manifiesta su escepticismo no precisamente de la RAE sino de las Academias en general y en cuanto a la disputa con Valera expresa que “no le conviene una polémica que sin dudas suscitará en muchos el espíritu de rebeldía que momentáneamente está adormecido gracias a las Academias, los Congresos y otros medios inventados para halagar la vanidad de los americanos”. [19]

Cuervo dedicó sus esfuerzos a la unidad de la lengua española y, vinculado con este problema fundamental, concentró sus esfuerzos en la determinación de la norma lingüística ideal cuyo respeto universal-panhispánico podría contribuir a evitar esa fragmentación que se veía entonces como resultado inexorable de la evolución histórica de nuestra lengua.[20] Este problema se refleja en sus Apuntaciones… al expresar:

La patria para el que no ha sido más que su aldea ni ha oído hablar de comarcas situadas fuera del horizonte que alcanza a divisar, no representa más que una corta parentela, un reducido círculo de conocidos apegados al terruño. A medida que la cultura crece, los límites se ensanchan, el corazón se abre a nuevas aspiraciones; y cuando las letras y las ciencias han fecundado cumplidamente un espíritu, ya la patria no cabe en las demarcaciones caprichosas de la nacionalidad […] de suerte que por un sentimiento instintivo somos en cierto modo compatricios de cuantos hablan nuestra misma lengua, y es la literatura vaciada en ella el alimento en que más de gado se apacienta nuestro espíritu.[21]

Martí al igual que Curvo se opuso al localismo vergonzante y se eleva por encima de lo característico de cada uno de nuestros pueblos para dar el salto a lo universal. En el ensayo “Nuestra América” que comienza con palabras semejantes a las del filólogo colombiano expresa: “Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea…”,[22] advierte que es necesario cuidarse de las falsas ilusiones que engendra el localismo, pues en toda cultura –y la nuestra no es una excepción- confluyen elementos diversos que se desarrollan también con jugos extranacionales.[23]

Cuervo y Martí destacaron el aporte de los escritores al enriquecimiento de la lengua. El primero expresa que:

…los diccionarios pueden ser copiosos; pero los autores que en más alto grado han sido abundantes, nada han tenido que ver con el diccionario, si no es para suministrarle materiales: un Cervantes, un Shakespeare, un Rebelais son abundantes porque escribieron después de verlo todo y oírlo todo rozándose con todas las clases sociales.[24]

Y añade más adelante:

…iguales condiciones se requieren en España y en América para ser escritor excelente. Quien tenga la dicha de alcanzarlas será modelo, o autoridad (como se dice) en la lengua castellana, cualquiera que sea la región que le vio nacer, llámese Andalucía, Castilla […] o bien Méjico, Colombia, Venezuela, el Perú o chile…[25]

Martí en las notas “Ni será escritor inmortal en América”[26] se expresa de modo semejante. Sólo que para Martí, a diferencia de Cuervo, el escritor “hombre que enriquece y trasmite el acervo cultural debe ser un militante esclarecido de la liberación de los hombres”.[27]

En síntesis, Martí y Cuervo desataron las amarras aldeanas y se plantearon el servicio: uno el servicio público; el otro el servicio a su lengua materna. La avidez de conocimiento y los viajes favorecieron dar cumplimiento a esos servicios. Ambos son obreros del porvenir, su trabajo y desvelo intentan construir un tiempo nuevo.

  1. Consideraciones finales.

Cuervo, el cenobita parisiense, no es un árbol milagroso y exótico en el paraje de nuestra América, mundo desconocido para Pott cuando expresó la frase que dio inicio a nuestras palabras. Cuervo como digno hijo de su tiempo se destaca entre el conjunto de intelectuales de nuestra América que desde distintos frentes se empeñaron en combatir las manquedades de una formación histórica desdichada e intentaron dar respuesta a las demandas de las nacientes repúblicas. Cuervo es ejemplo de dedicación al trabajo investigativo. De manera que esta Cátedra es espacio propicio para ser fieles a su delegado a través de las labores que lleve adelante.

Entre los proyectos de investigación que han sido presentados en el ámbito de este evento se encuentran tres que se inscriben en las líneas que más interesaron al filólogo colombiano: los estudios lexicográficos, la historia de la lengua española y la dialectología hispanoamericana. Rufino José Cuervo expresó que todo estudio filológico debía cumplir dos requisitos indispensables: una parte teórica que reflejara “los adelantamientos que [la ciencia del lenguaje] ha logrado en el método, la clasificación, la nomenclatura y la explicación de los hechos” y “sagacidad y potencia de análisis tan poderosas que puedan rastrear los sutilísimos procedimientos con que se forman y transforman las lenguas”.[28] Y esa es la aspiración de todos los reunidos en este encuentro.

 

[1] Rufino José Cuervo, Obras completas, tomo 1, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1954, p. 1644-1665.

[2] Fernando Martínez en Rufino José Cuervo, Ob. Cit., 1954, p. XIV.

[3] A. Bello y R. J. Cuervo, 1970, citado por Fernando Rodríguez Izquierdo, “Aspectos de la personalidad de R. J. Cuervo, Thesaurus, Boletín del Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, núm. 3, 1990, p. 751.

[4] Rufino José Cuervo, prólogo a la séptima edición de Apuntaciones…, p. 21.

[5] Rufino José Cuervo, Ob. Cit., 1954, p. 14.

[6] Dicc. C. r., xxxviii.

[7] Fernando A. Martínez, Ob. Cit., 1954, p. CXV.

[8] Rufino José Cuervo, Ob. Cit., 1954, p. 6.

[9] Rufino José Cuervo, Ob. Cit., 1954, p. 1290.

[10] Rufino José Cuervo, Ob. Cit., 1954, p. 1294.

[11] Rufino José Curvo, Ob. Cit., 1954, p.p. 917-918.

[12] F. A. Martínez, Ob. Cit., 1954, p. CXLII.

[13] Rufino José Cuervo, Ob. Cit., 1954, p. 1256.

[14] Rufino José Cuervo, Ob. Cit. 1954, p. 1323.

[15] Günther Schütz, Epistolario de R. J. Cuervo con filólogos de Alemania, Austria y Suiza, Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo, tomo 1, Bogotá, 1976, p. 487.

[16] Günther Schütz, Ob. Cit., 1976, pp. 392-393.

[17] Günther Schütz, Ob. Cit., 1976, p. 393.

[18] Günther Schütz, Ob. Cit., 1976, p. 352.

[19] Fernando Rodríguez Izquierdo, Ob. Cit., 1990, p. 755; Günther Schütz, Ob. Cit., 1976, p. 531.

[20] Juan M. Lope Blanch, La lengua española y sus problemas, UNAM, México D.F., 1997.

[21] Rufino José Cuervo, Ob. Cit., 1954, p. 20.

[22] José Martí, Obras escogidas, Edtitora Política, La Habana, 1979, p. 519.

[23] Juan Marinello, Dieciocho ensayos martianos, Editora Política, La Habana, 1980, p. 65.

[24] Rufino José Curvo, Ob. Cit., 1954, p. 1654.

[25] Rufino José Cuervo, Ob. Cit., 1945, p. 1655.

[26] José Martí, Ob. Cit., 1979, p. ¿??

[27] Juan Marinello, Ob. Cit., 1980, pp. 99-100.

[28] Rufino José Cuervo, Ob. Cit., 1954, p. 1646.