LA HIJA DE LA PICARAZA

picarazza

Consulta. Una muy antigua y querida amiga pregunta acerca de la palabra picaraza, que recuerda de su niñez, usada por una vecina cercana de Matanzas en la expresión “la hija de la picaraza”.

Documentación lexicográfica. En la búsqueda en el NTLLE picaraza aparece con primera documentación en Academia usual de 1817 como ´hurraca (sic)´. El vocablo se define, en cambio, con el sinónimo picaza en Salvá 1846 y remite sistemáticamente a ese lema a partir de 1914. Picaza, por su parte, es entrada antigua, documentada en repertorios no académicos desde el siglo XVII y presente ya en Autoridades en 1737.

Es en Gaspar y Roig de 1855 que se localizan una serie de voces semejantes por su forma que pudieron reinterpretarse en su uso, como picazo, ´golpe que se da con la pica o con una cosa puntiaguda y punzante´ y también ´la señal que queda de este golpe´, y será a partir de Academia usual de 1970 que se irán delimitando entradas y acepciones: picaza, del latín pica ´urraca´, de pico1 ´azada´, picazo1 ´golpe´, etc.

En el DLE, por su parte, se localiza la palabra por la que se indaga con una definición sinonímica como ´urraca´, pero sin que se señale su étimo, y se incluye también el derivado picarazado con marca geográfica de venezolanismo y de uso coloquial, definido como ´picado´, es decir, ´que tiene huellas o cicatrices´ de viruela.

Evidencias cubanas. En el Diccionario… de Pichardo desde su primera edición de 1836 se recoge el derivado picarasado, da, con reflejo de la pronunciación seseante, como adjetivo sinónimo de cascarañado (de viruelas), que se define como ´la persona que tiene cascarañas en la cara´, y a su vez cascaraña como ´el hoyito que deja algunas veces la viruela en el cútiz (sic)´. El lema pasa a la sección de “Voces corruptas” en la cuarta edición de 1875, entrada como “picarazado o pizcarazado:- Por picoso, sa”, lo que revela la adquisición de estigma social al menos para el lexicógrafo.

Con la misma acepción referida al rostro marcado de viruelas, el DECu recoge a inicios de este milenio dos variantes marcadas como coloquiales (picarazado y picarazeado), con tributo a una norma distinguidora de /s/ y /Ɵ/ y a la tendencia del español en Cuba de construir los nuevos verbos con un incremento en –e– (–ear).

Discusión etimológica. Corominas y Pascual en su Diccionario…, al observar la fonética de los derivados resultantes de picaraza, presentes desde el siglo XIV, propone su base en un “radical expresivo pic(c), que indicaba la idea de ´golpe´ y de ahí la de ´señal´ (dejada o no por un golpe”). Tal planteo permite asociar los usos cubanos referidos con los valores traslaticios de ´golpear´, y en consecuencia ´herir´ y ´punzar´.

Son Corominas y Pascual quienes proponen la primera documentación de picaraza como ´mancha o señal de viruela´ en texto aragonés del siglo XIV y picarazado como un uso dominicano y cubano, recogido en el Catauro… de Fernando Ortiz.

 

Documentación textual. Comprobadas las voces en el CORDE se reporta picaraza solo en un caso en el siglo XVI, mientras que picasa se indica en 68 casos en 44 documentos, en ambas acepciones. No se encuentra, en cambio, la forma seseante.

Ejemplos:

salió un cuervo o picaza como ésta, 1550

Era el bueno de mi tio como la picaza, que todo cuanto halla lo esconde y entierra,  1624

Dar golpes repetidos con la picaza, 1872

 

La búsqueda en internet, y en particular en el dominio .cu arroja resultados referidos al ave, no muy abundantes, para picaraza y un dato que justificaría la disminución de la vitalidad del derivado picarazado a partir de los inicios del siglo XIX, según lo refleja el cuadro de costumbres de Roig:

Y por el amigo de Camba, un picarazado de viruelas, salvaron ambos la vida. […] La generación republicana se halla completamente libre de picarazados de viruelas, y hoy solo pueden encontrarse en alguno que otro individuo, de más de 38 años, como reliquia colonial, las picadas variolosas en su rostro. (fecha 1935-64???)

Hipótesis. Según el Diccionario etimológico… de Santiago Segura picaza sería derivado de pica, del umbro, en acepción recta como ´urraca´ y figurada como ´parlanchín´. Las variantes picaza, pegaza se vincularían con la idea de ´golpe´ recogida por Corominas y Pascual a partir de la asociación con “las manchas y colores varios de la urraca” y de esta forma, y con base en las semejanzas formales de los étimos, sería posible relacionar de modo lógico picaza, picaraza y picarazado, -da en sus diferentes acepciones.

Sin haber encontrado documentos de uso de la expresión indagada, pero tomando en cuenta las supersticiones asociadas a la urraca en la cultura del español, incluida la cubana, reforzada por los personajes de los dibujos animados, el ave sería un ente estigmatizado, destinado a una posición inferior, a las veces avaro, hablador en demasía o portador de malos agüeros. Lo sería igualmente la persona que ha sido aquejada de viruela, dados los altos riesgos de contagio y la circunstancia de quedar marcada para siempre.

De ahí inferimos que ser “la hija de la picaraza” equivaldría a ser la persona relegada, estigmatizada, tomada por inferior entre sus iguales, por lo cual equivaldría a otras unidades complejas y fraseológicas de uso en Cuba como ser el hijo de Pepe (el globero), la última rueda de la carreta, el último mono, la última carta de la baraja

Mientras encontramos datos para avalar esta hipótesis ofrecemos un tributo, en estos tiempos de pandemia, a quienes promovieron en época remota la salud en Cuba, para lo cual acudimos de nuevo a la crónica de Roig:

Justo es que si de picarazados de viruelas he hablado, estampe aquí el nombre del benemérito obispo Espada, aquel cura liberalísimo, uno de los grandes benefactores de Cuba, quien en su deseo de ayudar a Romay en la propagación de la vacuna antivariolosa, recomendaba a todos los padres que llevaban a sus hijos a bautizar, los vacunasen, y puso las sacristías de la iglesia al servicio del público y de los médicos para que en ellas practicasen la vacunación.